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El Modelo Ayú de lucha contra la pobreza, es el desarrollo reivindicador: Narcedalia Ramírez Pineda

Por Narcedalia Ramírez Pineda

El tiempo va pasando. Hoy la Fundación Ayú y su Instituto para el Desarrollo de la Mixteca están de aniversario. Es en realidad el aniversario de ustedes, porque ustedes son la Fundación Ayú.

Esta pequeña comunidad de Santa María Ayú y nosotros los del IDM, los recibimos con cariño y hermandad.
Celebramos con emoción y orgullo este momento. Hoy sabemos de qué está hecho el pueblo mixteco. Hemos aprendido de su realidad; hemos actuado sobre ella; la desafiamos para mejorarla. Si la pobreza nos dispersó, nuestras raíces nos juntan y nuestra determinación nos convoca para vencer juntos el atraso y la pobreza que agobia a nuestros pueblos.

Nacimos en éstos lomeríos áridos, tristes, con escasos recursos; pueblos marginados; abandonados a su suerte, con una dura y larga historia de escasez, de sacrificios y de sufrimientos. Son pueblos artesanos de la palma del hambre y campesinos minifundistas de tierra que mueren con la erosión y la sequía. La esperanza, desde hace tiempo ya no estaba en el pueblo sino en huir de él. Una larga marcha de mixtecos urgidos por las necesidades cruzó nuestras fronteras para volcarse a las colonias marginadas de las ciudades o para sufrir la incomprensión en lugares lejanos a nuestros horizontes patrios.

En estos 10 años hemos aprendido que nada es imposible; pero que tampoco nada es posible si la gente no revive sus ilusiones y hace suyo el deseo de triunfar y salir adelante.

El Modelo Ayú de lucha contra la pobreza, es el desarrollo reivindicador. No es un proyecto que venda ilusiones, sino moviliza conciencias. Busca el desarrollo humano y el sustento material para el pueblo mixteco que padece la erosión de su tierra, y por el éxodo, sufre también la erosión de su alma y de su tejido social.

La base material del modelo Ayú descansa en una gran variedad de pequeños proyectos productivos y sociales, algunos de manejo individual y otros de manejo colectivo. Lo que hemos hecho es partir desde abajo, desde las pequeñas parcelas, desde las familias, para ir mejorando las condiciones de vida y trabajo donde existen recursos potenciales que lo posibiliten y creándolos donde no los hay. Así vamos construyendo una nueva arquitectura de las relaciones y nuevos tejidos de redes entre las personas y entre los pueblos.

El IDEM es un camino nuevo. Hemos creados y fortalecido una organización autónoma, que articula las necesidades de los campesinos con los programas del Estado, con el sector privado, con universidades, organismos internacionales y países amigos.

Hemos desarrollado una organización que actúa en base a principios y prácticas de solidaridad humana; con una clara ideología y compromiso a favor del desarrollo reivindicador; con una visión de futuro; con capacidad política y organizativa para conducir a los pueblos hacía un mejor destino.

No actuamos en representación de ningún partido político, de ninguna religión, ni somos empleados de ningún gobierno, pero respetamos a los partidos, a las religiones y al gobierno. El del IDEM, es un movimiento de la sociedad civil. Nuestro camino es el de una organización independiente que forma parte, junto a los pueblos, de un gran proyecto reivindicador. Es la revolución productiva, que busca fortalecer no sólo las bases económicas de los pueblos, sino nuestra identidad cultural, y también nuestro sueño de una sociedad más justa e igualitaria.

Los resultados obtenidos hasta el día de hoy, dan la idea del enorme esfuerzo realizado por los pueblos y por el Instituto. Más 5.300 obras, acciones sociales y proyectos productivos de diferente tipo, distribuidas en casi 1.000 pueblos, beneficiando a unas 50 mil familias, que representan una población superior a las 250 mil personas.

Cientos de cursos y talleres por las cuales se han capacitado a miles de personas. Hemos luchado por resucitar los valores comunitarios como el tequio en proyectos sociales, por ejemplo: el bosque para mi pueblo, viviendas, pequeñas obras de riego. Hemos impulsado decenas de pequeñas cajas de ahorro y creado la sofome, Convengamos Todos para micro créditos; programas por una nueva cultura del pago; de la responsabilidad compartida y hemos emprendido novedosos y útiles programas como la cosecha de lluvia, la asistencia social y muchos otros de tipo productivo.
Hoy celebramos con alegría el hecho de cumplir 10 años como Fundación Ayú. Podemos decir con plena satisfacción que no ha sido una década perdida. Estamos derrotando el fatalismo, la marginación, estamos haciendo lo imposible para que lo imposible no exista.

En la Fundación Ayú, estamos concientes y preocupados por la delicada situación que se origina en una grave crisis que viene creciendo, como si fuera un gigantesco huracán que se extiende por todo el planeta, crisis que trae en sus entrañas una gran violencia y puede llegar a extremos insospechados. Las crisis agudizan los efectos dañinos del modelo de libre mercado que se impuso en México y en el mundo. Las crisis fortalecen a nuestro principal enemigo que es la pobreza.

Vamos a defendernos de esta crisis y ganar nuevas oportunidades para vencer la pobreza. Tenemos con qué hacerlo. Nuestro ánimo esta equipado de los mejores atributos: una enorme fuerza está en nuestras manos y en nuestro espíritu, en nuestras organizaciones y en nuestra disposición. El silencio nos aísla, el diálogo nos junta. Enfrentemos las situaciones difíciles pensando que para los pueblos unidos y concientes nada es imposible.

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