El México de las oportunidades perdidas
En el año 2004, el Producto Interno Bruto de México equivalía a 683 billones de dólares de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Nuestro país ocupaba el 10º puesto a nivel mundial, superando a la India o a Brasil. Para el año 2010, sólo seis años después, México caía a la posición 14º con un PIB nominal de 1,004 billones de dólares. Brasil, por el contrario, ganó cinco posiciones para ubicarse como 8ª economía mundial y llegar a 2,024 billones de dólares.
¿Qué hizo Brasil para lograr ese ritmo de crecimiento? O mejor, ¿Qué dejó de hacer México para perder no sólo lugares en el ranking mundial de economías sino verdaderas oportunidades para sus habitantes? Las respuestas son muchas y merece un análisis profundo. Daremos aquí algunas teorías de por qué puede estar aconteciendo esto, pero no para meter el dedo en la llaga y profundizar en lo que no se puede cambiar, sino para aportar algún pequeño grano de arena en pos de un mejor país para las próximas generaciones.
Una y otra vez, especialistas económicos y políticos han mencionado la necesidad imperiosa de que en México se aprueben reformas estructurales que eliminen el rezago y la mediocridad de nuestro desempeño económico y que enciendan los motores de nuestra economía para crecer a niveles que realmente resuelvan los problemas de la sociedad y se apeguen al potencial de este país, rico en recursos naturales y mano de obra calificada. Lamentablemente, desde hace más de 10 años, el sistema no le permite a México sacarse de encima los obstáculos para impulsar el desarrollo. El cuestionamiento de la política mexicana no es lo que nos compete a nosotros, ya existen suficientes analistas políticos que hablan sobre las carencias e incluso desvergüenzas de nuestros representantes en el Poder Legislativo. Sin duda, una de las grandes reformas que nos deben nuestros legisladores es una reforma política, que modernice el sistema, que lo abstraiga de los intereses partidistas y posibilite un gobierno eficiente y eficaz en pos de un México moderno. El actual gobierno ya emitió sus sugerencias, buenas o malas, pero como siempre quedo en un simple intento. Coincidimos con las sesenta y tres personas que firmaron “No a la Generación del No” en el 2010 en donde se habla de 13 años de parálisis.
El caso de Brasil
En Brasil, hace más de 20 años que se está trabajando de manera conjunta a todos niveles de gobierno para impulsar el desarrollo del país, un país con casi 200 millones de habitantes, con problemas de desigualdad y pobreza como México pero que está engranando todas sus maquinarias para seguir la ruta del éxito y ser una economía desarrollada.
Brasil es un ejemplo para todas las economías latinoamericanas y para los mercados emergentes del mundo. En Brasil se dice que son “a bola da vez”, que su país está de moda. Seguramente el camino de progreso se acelerará aún más dados los Juegos Olímpicos 2016. Hoy en día Petrobras es un ejemplo de avance y es ya una de las empresas (por cierto, con inversión privadas integrada) más grandes, capitalizadas y desarrolladas del mundo; Brasil es autosuficiente en petróleo además de ser el mayor productor mundial de etanol y apostar fuerte por esta fuente de energía. Tienen además un sistema financiero sofisticado y con tremenda solidez que apoya ese boom económico e industrial. La pobreza extrema se redujo un 45.5% entre 2003 y 2009 y la clase media creció alrededor de 35% en ese mismo periodo. Y encima, son pentacampeones del mundo en futbol.
Visión sobre una reforma fiscal moderna
De acuerdo con el International Business Report 2011 de Grant Thornton, la reforma fiscal es la más importante de entre las reformas políticas, laborales, energéticas y económicas, votada por el 56% de los empresarios mexicanos, apenas el 14% escogió la reforma económica.
México requiere una reforma fiscal que garantice un círculo virtuoso, en el que la inversión privada genere empleo y consecuentemente la recaudación de impuestos sea mayor para que finalmente ese superávit de recursos se traduzca en bienestar social, tal como lo expresa el Grupo de los 6. Sin una política fiscal moderna, México continuará siendo un destino de inversión poco atractivo y por tanto será muy difícil generar las bases del desarrollo económico.
Actualmente son más de 50 las economías que se nos han adelantado a tomar medidas reales de recortes de tasas de impuestos corporativos, como son China que disminuyó su tasa del 33.3% al 25%, Tailandia (30% al 25%) República Dominicana (30% al 25%) entre otras, lo que sin duda en términos de competitividad económica deja a México atrás respecto de países con los que ya se está disputando inversión privada y para la cual el pago de impuestos es factor determinante para elegir su destino.
Ahora, si bien el tema que siempre más interesa y más comúnmente se plantea en las discusiones de reformas fiscales es precisamente el aumento o la disminución de tasas o la creación de impuestos como el Impuesto Empresarial a Tasa Única (IETU) o eliminación de otros como el Impuesto al Activo (IMPAC), lo cierto es que las reformas deben apuntar a elevar el número de contribuyentes, con lo que se elevaría el nivel de ingresos fiscales por encima del 10% en relación del PIB.
Una reforma fiscal moderna sería aquella que prevea un alcance a contribuyentes que hoy son potenciales más no activos, y que por el contrario dicha reforma simplemente se limite a subir algunas tasas y bajar otras para que sean los mismos de siempre quienes las paguen pero de diferente manera. Para quienes se encuentran en la informalidad, nunca habrá un estímulo lo suficientemente atractivo para cumplir la ley y pagar impuestos.
Claramente tenemos que trabajar a todos niveles, privado y público, en lo individual y lo grupal, para poder propiciar el desarrollo de nuestro país y dejar mejores condiciones para las generaciones futuras. Pero en la esfera del gobierno, en donde realmente se toman las grandes decisiones, se deben concentrar en buscar un país que sea atractivo para la inversión extranjera y que sea competitivo a nivel mundial, pero más importante, que sea atrayente para los mexicanos. Tenemos el ejemplo de Brasil y de otras economías como China o India, y tenemos todos internamente para poder sobrepasar esos ejemplos, quizá solo una población menor. Empecemos con confianza y con esperanza, y sigamos con convicción y demandando de nuestros gobernantes eso mismo, que gobiernen en pos de un México mejor.
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