Efecto de políticas públicas en la vida cotidiana de los gobernados en su entorno inmediato
Por Héctor Villar
Por una amable invitación de don Mauro Jiménez Lazcano, director general de Macroeconomía, revista especializada en temas económicos, inicio una participación que me honra. Bajo el entendido de que los grandes temas de la economía y otros relacionados, por vinculación de esa ciencia con disciplinas afines y complementarias, ya son tratados con el mayor rigor en las páginas de esta importante publicación, me avocaré al tratamiento de otros que les son afines.
Don Mauro me distingue con su amistad desde los años 60. Él cumplía tareas importantes en La Prensa, periódico editado en aquellos tiempos por una cooperativa integrada por sus trabajadores. Diario de circulación nacional, ciertamente, pero emblemático de nuestra querida ciudad de México. En La Prensa de aquellos tiempos tuve la oportunidad, además, de la amistad de periodistas tan distinguidos como Adolfo Montiel Talonia, Jorge Adalberto Luna Millán, Héctor Moctezuma, Alfredo Ruiz del Río, Jacobo Morett; los hermanos Femat, Ricardo, Leonardo y Roberto; con trabajadores administrativos, María Teresa Rodríguez, Juan Mora, y muchos más.
Si bien mi formación profesional y aplicación en el transcurso de los años se ubica en el campo de la sociología, tuve maestros en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, de la UNAM, que me condujeron por los rumbos de la historia de las doctrinas económicas, Juvencio Wing Shum; de la teoría económica, Enrique Semo Calev; de la sociología del desarrollo industrial, Luis Leñero Otero. Ellos motivaron mi interés por las ciencias sociales en general y sus relaciones. Por ello mi agradecimiento a Don Mauro por tan cordial invitación.
Desde una perspectiva sociológica, con vista a fenómenos económicos y políticos, es mi propósito abordar eventos en los cuales las personas están inmersas (“La sociología es la expresión dolorosa de lo obvio”, dice Inkless, ¿Qué es la sociología?, UTEHA, 1964), su percepción de tales acontecimientos es directa. Los sufren o los disfrutan. En el desarrollo de sus vidas, de sus acciones, son protagonistas o antagonistas. En ocasiones asumen el rol de agentes, para cambiar o mantener inercias. Son actores sin intermediarios distantes. Se resisten a poner sus destinos en manos ajenas. En este ejercicio tendré en cuenta experiencias académicas como las de Elinor Ostrom, politóloga norteamericana galardonada con el premio Nobel de Economía 2009. Entre sus trabajos están algunos referidos a gestión comunitaria.
En Macroeconomía, son analizados y expuestos con amplitud y profundidad, dije, además de otros temas, los que son clásicos de la ciencia económica: producción, oferta y demanda, crecimiento económico y desarrollo, ahorro, inversión, mercado de bienes, política monetaria, mercado de dinero, política fiscal, mercado de trabajo, comercio exterior, inflación, ciclos económicos, políticas macroeconómicas, balanza de pagos, presupuesto de egresos de la federación.
En mi participación, habré de referirme, principalmente aunque no de manera única, al efecto de políticas públicas en la vida cotidiana de los gobernados, en su entorno inmediato, en el ámbito de los municipios. Relevante pues en ellos se generan actitudes y conductas que, sumadas, derivan en comportamientos colectivos a favor o en contra de las instituciones. Sostengo: la salud del todo (la nación) depende de la salud de las partes que la integran. Hoy vivimos fenómenos que podrían confirmar la hipótesis.
Los temas propuestos podrían considerarse dentro del campo de la microeconomía, rama de la economía, dedicada al estudio del comportamiento de agentes individuales, en general personas, familias y empresas; el análisis de los problemas económicos desde las unidades elementales de decisión.
Esto obliga a tomar en cuenta a las señaladas políticas públicas, federales ciertamente, pero sin hacer a un lado las vinculaciones locales y sus consecuencias. Afectan el hacer cotidiano de los gobernados y sus formas de organización. Impactan su calidad de vida. Son motivo de felicidad o de su ausencia. Felicidad: la satisfacción suficiente y oportuna de los requerimientos materiales y espirituales de las personas.
Una política de construcción de obras de infraestructura que favorezca la comunicación y el tránsito de personas, de mercancías, de bienes de capital, es necesaria para el desarrollo regional y nacional. Pero debe tomarse en cuenta su impacto en los espacios donde se realizan. Impacto no siempre benéfico.
En cuanto a obras de infraestructura tengo en mi recuerdo la imagen de Alvarado, en mi natal estado de Veracruz. Muchas veces crucé el río Papaloapan, en los años 50, en panga. Para ir de una margen a la otra era frecuente espera de horas, a veces de días. Esto daba lugar a una intensa actividad comercial que fortalecía la economía de la población.
La modernización de la carretera costera, en tiempos de la gestión presidencial de don Adolfo López Mateos, obligó a la construcción de un puente, el de Alvarado. Sustituyó a la panga. Esa obra acabó con modos de vida en torno a aquella. En el plan debió preverse el desplazamiento del grupo de negocios familiares: fondas y restaurantes, tiendas de artesanías, talleres mecánicos, “talachas”, farmacias, consultorios médicos, panaderías, casas de huéspedes, comercio ambulante, gasolineras. Establecimientos y actividades que generaban empleo e ingresos, si bien complementarios, a una población dedicada predominantemente a actividades primarias: agricultura, ganadería, pesca. El economista alvaradeño Luis Prieto Zamudio, estima que la desaparición de los servicios de la panga, ocasionó una disminución del 40% del municipio.
¿Un asunto distante la falta de previsión de la afectación a la economía municipal y la de su entorno en casos como el mencionado? Pudiera ser. Aunque si bien hoy se toman en cuenta los componentes económicos y sociales en la realización de obras de infraestructura, en el establecimiento de industrias de alto impacto, los efectos no siempre son entendidos y atendidos con oportunidad, con suficiencia y eficacia. Responsabilidades éstas del gobierno, en sus tres órdenes.
Tomemos como ejemplo el caso de las Administraciones Portuarias Integrales, APIs. Son empresas concesionarias de servicios portuarios. Casi en su totalidad operan con atención exclusiva a su propio beneficio. Son ajenas a los impactos que ocasionan en los servicios municipales: agua potable y alcantarillado; manejo de desechos de todo tipo; seguridad pública; vialidad y transporte.
En entregas sucesivas abordaremos cuestiones de ese tipo de obras y empresas, y comunidades municipales. La vinculación entre ellas tiene consecuencias económicas y sociales, estructurales. Muestra, el complejo industrial de Ciudad Sahagún, en Hidalgo; PEMEX en muchas ciudades del país, Poza Rica, Coatzacoalcos, Ciudad del Carmen, Tula (realidad y expectativa no cumplida); la Azufrera Panamericana, en Jáltipan; los talleres ferroviarios en Aguascalientes y Tierra Blanca; Volkswagen, en Puebla.
Ciudad del Carmen tenía una población amable. Transitaba por la vida satisfecha de su medio. El boom petrolero en la sonda de Campeche trajo consigo la presencia de trabajadores con formas de vida diferentes a las de los lugareños. Y también con mayores sueldos y prestaciones. Los carmelitas los recibieron con la hospitalidad que les caracteriza. Les permitieron convivir con sus familias. Mas pronto se dieron cuenta de que la vida les había cambiado. Los trabajadores que arribaron llegaron a encarecer bienes y servicios. Se establecieron en colonias exclusivas y cerraron sus puertas a aquellos que los recibieron con las propias, abiertas.
Los pescadores campechanos vieron afectados sus modos de vida, sus usos y costumbres. PEMEX y empresas conexas, de inversión privada, llevaron nuevas pautas de consumo derivadas de un mayor poder adquisitivo. Para colmo, los carmelitas vieron disminuidas sus zonas de pesca, actividad tradicional, por la explotación de Cantarell.
Concluyo. Empresas y comunidades, complejos industriales y personas, ingresos y consumo, son objeto de conocimiento bajo la perspectiva de la microeconomía. Su análisis nos motiva un interés que acaso podamos compartir. El propósito es provocar un acercamiento, con mejor conocimiento y sentimiento, entre los agentes económicos y sociales, sus organizaciones, y el gobierno en sus tres órdenes. En los ámbitos federal y estatal, con los tres poderes. Y en el orden municipal con los ayuntamientos, sus órganos de gobierno, su administración, a cargo del presidente, el primero entre los ediles.
Mi propuesta está dirigida a gobernantes y gobernados interesados en el bienestar de sus comunidades. Aquellos como responsables del diseño y ejecución de las políticas públicas, como mandatarios y funcionarios, a quienes se exige probidad, transparencia y eficiencia. Los gobernados en tanto sujetos de derechos y de obligaciones. La finalidad: lograr y fortalecer la gobernabilidad con una participación ciudadana enterada y responsable. Con todo esto avanzaremos con certidumbre a un destino mejor.