Ahora, López Obrador ya es dueño de los Tres Poderes como quería; ha sido una derrota para la Democracia Mexicana.
Se perdió el equilibrio de Poderes de la Unión y su independencia, como establecía la Constitución: Poder Ejecutivo Federal, Poder Legislativo y Poder Judicial Federal.
La persecución, la amenaza de cárcel dobló a los Yunes, hijo y padre, que no soportaban la idea de verse encerrados por las fechorías que han cometido a lo largo de una extensa carrera política de saltibanquis: del PRI, al PAN, a Gordillo y ahora a lo peor de Morena.
El todavía Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, giró instrucciones a sus operadores del Congreso, tanto de la Cámara de Diputados como del Senado, para que pasaran sus Reformas Constitucionales “a como dé lugar”, usando tanto las amenazas como los premios y promesas políticas; “lo de la traición” que les gritaron a los Yunes, tanto al hijo Miguel Angel Yunes Márquez, Senador titular, como a su padre, Miguel Angel Yunes Linares, les da risa, en lugar de vergüenza, “y ni siquiera llega a delito”; así, el Poder Judicial Federal quedó destruido, acabado y estará al servicio ahora de López Obrador y después también.
No habrá más jueces libres, ni ministros de la Corte, ni magistrados de tribunales, y además se establecerá un Tribunal Disciplinario, para castigar a los juzgadores de todo nivel, que desobedezcan las instrucciones superiores del Ejecutivo Federal.
Fue la del martes 10 de septiembre, “una noche negra para la Democracia Mexicana”; pasará mucho tiempo para que se devuelvan las libertades a los jueces, magistrados y ministros, cuyo deber es el impartir justicia y ahora será el de cumplir instrucciones.