Increíblemente la tarea diaria en las mañaneras de López Obrador aleccionado en el comunismo a la población menos ilustrada en nuestro país; la acción permanente de los llamados Servidores de la Nación; los ataques personales de desprestigio a la prensa nacional y sus líderes; a los empresarios y organizaciones del sector privado; a los escritores e historiadores y también a los científicos del país; y los embates a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sus integrantes y a todo el Poder Judicial de la Federación; a los dirigentes anteriores del Instituto Nacional Electoral y a los Magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación; la demagogia cotidiana; el reparto de dinero a manos llenas a los partidarios y afiliados; el uso de dinero público en la construcción de obras improductivas y en la destrucción de otras que iban a dar más prestigio a México y a convertirlo en un centro internacional de turismo y de distribución de mercancías como era el Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM); todo ello y mucho más logró lo que se veía venir desde lejos: una Dictadura cubano-chavista en México.
Todos fuimos testigos de las malas formas en que el morenismo logró la mayoría calificada en el Congreso, con la finalidad de eliminar las facultades de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y del Poder Judicial de la Federación, sin importar atropellos, amenazas, compras de senadores y diputados, que entregaron sus votos a cambio de no ser perseguidos judicialmente y encarcelados, desaforados.
Por fin, López Obrador obtuvo lo que pretendía, establecer una dictadura en la que él será el hombre fuerte y los demás, incluyendo la propia Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, solo serán sus operadores, sus embajadores, sus representantes, que obedecerán ciegamente sus órdenes “sin cambiarles ni una coma”.
El 25 de octubre de 2024 lo recordarán también y probablemente lo inscribirán en las paredes frontales del Senado y de la Cámara de Diputados, como el día que la 4T, Morena o como se llame en adelante el Partido Comunista Mexicano, estableció la dictadura popular, chavista y cubana en México, que hasta hoy había sido un país de libertades, de leyes y de imperio constitucional, que ahora han destruido.
Pero nada es para siempre y vendrán nuevas generaciones de mexicanos que manden a la basura a está Dictadura populista, chavista y cubana, y regresen a nuestro país al ámbito de las libertades y de la vigencia del Estado de Derecho democrático que nos habíamos dado a través de los siglos.