Un posicionamiento de México ante el conflicto sirio
La propuesta rusa para poner bajo el control internacional el arsenal de armas químicas del régimen sirio de Bashar al-Assad ha tenido buena recepción por parte de Estados Unidos y otros países de la comunidad de naciones. Tan pronto como se conoció la propuesta tanto Estados Unidos como Gran Bretaña y Francia la consideraron seriamente, además el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas Ban Ki-moon la respaldó.
Esta propuesta tiene un sentido práctico, dentro del proceso de toma de decisiones de las grandes potencias. En los hechos el plan ruso tiene posibilidades reales de materializarse, hay elementos significativos que lo circundan para darle un respiro al conflicto sirio.
En este sentido, habría que plantearse si esta propuesta tiene posibilidades reales en el ámbito diplomático, en el concierto de las naciones, y cómo la podría interpretar México para fijar una postura al respecto.
Los hechos y las dificultades
Expertos en armas químicas creen que este proyecto tiene sus bemoles. En principio, será difícil poder controlar los arsenales de armas químicas en medio de una cruenta guerra civil. Para controlar y destruir estas armas se tendría que contar con un ambiente de paz, con instalaciones seguras que garanticen el manejo adecuado de estas armas químicas; en caso contrario, tendrían que ser trasladadas a otros lugares fuera de las zonas en conflicto, donde realmente exista un ambiente con la infraestructura adecuada. Ello parece ser más que difícil, imposible. Estados Unidos el único país del mundo capaz de realizar tal labor, por contar con la ciencia y la técnica para neutralizar estos artefactos químicos, ha indicado que si no hay un ambiente seguro y no se conoce con exactitud el lugar donde se encuentran los arsenales químicos, sería prácticamente imposible llevarla a cabo. Ya que el proceso implica un procedimiento de destrucción bien planificado.
Para conocer las dificultades que implica esta tarea, basta con remitirse al propio caso de los Estados Unidos cuando indicó que iniciaría la destrucción de su arsenal de armas químicas. Planeaba concluir el proceso en un máximo de 5 años. Ello a raíz de que el senado en 1997 ratificó la Convención sobre Armas Químicas e inició el proceso de destrucción. Para tal efecto contrató a la compañía Battelle, que cuenta con la capacidad técnica y con los expertos para llevar a cabo la destrucción de estas armas químicas. Y para muestra un botón; Estados Unidos hasta este momento no ha podido cumplir con lo que pretendía y con lo que prometió, y se estima que quizá podría destruir su arsenal de armas químicas hasta 2023, a un costo de 35 mil millones de dólares. Valga recordar que la milicia norteamericana contaba con un arsenal de armas químicas (de gas mostaza, VX y sarín) de por lo menos 30,000 toneladas métricas. Siria cuenta con un arsenal calculado en unas 1,100 toneladas métricas de gas mostaza, VX y sarín, distribuidas en 40 sitios, que según al-Assad el costo sería de mil millones de dólares. En principio para lograr que el plan funcione se requiere que realmente el régimen de al-Assad tenga la intención de llevar a cabo la destrucción de las armas químicas y proporcione a la comunidad internacional involucrada un balance exacto de la cantidad y los sitios donde se encuentran los arsenales. Aunado a ello, el tema implica un trabajo de inteligencia fenomenal, tomando en consideración la inestabilidad en que se encuentra Siria.
Un elemento estratégico que hay que tomar en consideración antes de formular cualquier hipótesis, estriba en analizar la razón por la cual Siria construyó este arsenal, ya que según sus propias consideraciones fue para responder a un inminente ataque nuclear de Israel. Siria e Irán están en la misma sintonía estratégica contra Israel, además comparten la religión chiita como mecanismo de cohesión doctrinaria para combatir a Irak y Arabia Saudita, donde los regímenes son mayoritariamente sunitas, poseen fuertes reservas de petróleo, dominan geoestratégicamente la zona y la balanza de poder en Medio Oriente se inclina a su favor con el apoyo Occidental.
Si rusos y estadounidenses, apoyados por la comunidad internacional, deciden hacerse cargo del proceso de destrucción del arsenal sirio deberán operar mecanismos altamente sofisticados para neutralizar las armas químicas. Y, habría que considerar que el proceso involucra tres tiempos, uno, identificar los sitios donde realmente se encuentran los arsenales de armas químicas; dos, separar el material químico de las cabezas (ojivas) de los cohetes, artillería y misiles; y tres, iniciar la neutralización de las armas químicas con personal altamente especializado. Además, por su condición de extranjeros, los expertos deberán estar bajo severas medidas de seguridad para que puedan iniciar el proceso de destrucción en situ, en algunos casos transportar al exterior los componentes de gas mostaza, VX y sarín e importar el material que se requiere para su neutralización. Sería un proceso largo, tedioso y peligroso dado la situación que prevalece en Siria.
Proceso para la destrucción de las armas químicas:
Se lleva a cabo a partir de dos métodos:
Vaciar las armas químicas volátiles en hornos sellados que se encuentren a una temperatura de 1,093 grados centígrados. El gas rociado dentro de los hornos debe dejarse por lo menos un par de segundos para que sea neutralizado.
En el caso del gas que ataca al sistema nervioso, el sarín, deberá ser sumergido en hidróxido de sodio liquido, y al gas mostaza sumergido en agua alcalina.
Ejemplos controversiales demuestran que no es fácil llevar a cabo una destrucción voluntaria de armas químicas con o sin el apoyo de expertos. Tal es el caso de Libia que prometió destruir sus armas químicas en 2004. Sin embargo, en noviembre de 2011, el propio gobierno libio reconoció haber incumplido con lo prometido, debido a que dice haber localizado un nuevo arsenal de armas químicas que al parecer no había contemplado y que ahora no podrá ser destruido a causa del mal estado en que se encuentran sus instalaciones; el problema aún persiste. Este arsenal de armas químicas y precursores que no fueron destruidos constituyen el equivalente al 40 por ciento del total de armas químicas que en su momento Libia poseía.
¿Dónde está la raíz del problema sirio?
La etiología del conflicto sirio, su verdadera razón, no se deriva de un problema nacionalista, ni democrático, ni por la construcción de una sociedad laica. Se trata de un problema religioso musulmán entre sunitas y chiitas en medio de fuertes intereses geoestratégicos de balanza de poder donde el petróleo juega un papel crucial. El cisma entre chiitas y sunitas es ancestral y data prácticamente desde los inicios del Islam, el debate se da por las tendencias e interpretación religiosa de cada doctrina y la intención de ellas de lograr su identidad e imponerla entre las corrientes musulmanas. Cualquiera de las dos corrientes que se imponga logrará inclinar la balanza de poder geoestratégica hacia el lado que le interese. Hoy en día estas corrientes musulmanas han encontrado en Medio Oriente un campo de batalla propicio para dirimir sus controversias doctrinales. Si antes las corrientes sectarias del islam las unía la islamofobia Occidental, una vez que Occidente y Oriente decidieron respetarles, son los propios islamistas los que retomaron la batalla para decididamente dejar en claro, la verdadera dirección de la religión islámica. El clérigo sunita Jeque Yusuf al Zaradawi, en una concentración masiva en Doha en mayo de 2013, pidió a los sunitas unirse en batalla contra el régimen de Bashar al-Assad por considerarlo más infiel que los cristianos y judíos. Además dijo que la milicia chiita de Hezbolllah “no debería ser considerada como Partido de Dios sino como Partido del Diablo”.
En respuesta a estas aseveraciones el Jeque Hassan Nasrullah, líder de Hezbollah, dijo que los sunitas son anti islámicos. Nasrullah participa en la batalla en Siria con más de 50,000 efectivos que como guerrilla apoyan al régimen de al-Assad financieramente, con armamento y con provisiones procedentes de Irán. En medio de esta guerra civil ha quedado fuera el liderazgo turco, como modelo de gobernanza entre las dos corrientes musulmanas. Egipto ante esta situación decidió deponer al sunita Mursi quien en su momento había criticado severamente al régimen sirio de al-Assad y planteaba involucrarse en el conflicto, dejar atrás así, el estatus neutral de El Cairo. Ahora milicias de la Hermandad Musulmana de Egipto se han trasladado a Siria para apoyar a los rebeldes contra el régimen de al-Assad. Según información de inteligencia militar egipcia, Mursi pretendía utilizar al ejército egipcio en la lucha contra al-Assad.
Las alianzas de Irán con los chiitas de Líbano, Bahréin e Irak han colaborado a polarizar la batalla y los intereses sectarios en Siria. Se trata de un reacomodo de la balanza de poder para lograr el ascenso del bloque de Irán-chiita en Medio Oriente y posicionarse estratégicamente contra los intereses de Israel, Estados Unidos y la Unión Europea. Con ello todas las hipótesis de democracia, fundación de un gobierno civil o un parlamento al estilo Occidental han quedado en una mera quimera.
Ante este escenario encarnizado entre sunitas y chiitas aparecen otras brigadas más preparadas en los movimientos territoriales, muy semejante a lo que hizo la Hermandad en Egipto que trató de ganarse primero los corazones de la población civil al darles apoyos en especie (ropa, utensilios, medicamentos, etc.) y comida en lugar de obligarles a unirse a ellos por la fuerza como lo hicieron en su momento los talibanes, de la misma manera lo hace una facción de Al-Qaeda, los Salafi de las brigadas de Al- Nusra que entran al conflicto construyendo clínicas, atendiendo a los heridos y ayudando con alimentos a la población civil y a la guerrilla del Hezbollah, observamos así una reconstrucción real de Al-Qaeda que fue prácticamente neutralizada en Irak y diezmada en Afganistán.
Ante esta situación, Arabia Saudita conmutó la sentencia de pena de muerte de 1,200 prisioneros sunitas, con la única condición de afiliarse y apoyar a los rebeldes en la batalla contra el régimen de al-Assad en Siria. Para evitar que escapen, mantienen a sus familias bajo arraigo en sus hogares, prohibiendo su salida del país pero proveyéndolas de dinero y comida. Trascendió en cables internacionales que los oficiales sauditas están realmente ansiosos de que al-Assad sea depuesto, a tal grado que los reos condenados a la pena capital recibieron la disyuntiva de la “decapitación o su participación en Siria”. La misma propuesta se está extendiendo a Yemen, Palestina, Sudan, Siria, Jordania, Somalia, Afganistán, Egipto, Pakistán, Irak y Kuwait.
HOJA DE RUTA PROBABLE PARA UN POSICIONAMIENTO DE MÉXICO EN LA CUESTIÓN SIRIA
La Constitución Política de México, Art. 89 Fracción X, indica que corresponde al Presidente de la Republica la conducción de la política exterior, así cada administración se distingue por dar un sentido y una visión al manejo de los asuntos internacionales de interés nacional. En la actual administración del Presidente Enrique Peña Nieto se ha señalado en varias ocasiones que México aspira ser un actor global de importancia, en términos políticos y económicos. Por ello se cuestiona en diversos foros internacionales sobre ¿cuál será el sentido que tomará México en diversos asuntos de relevancia internacional?
En este sentido no es de extrañar que las entidades políticas de Washington, DC, se interesen en saber el rumbo y dirección que tomará el país en varios temas de envergadura mundial. Para conocer esa tendencia hay dos posibles escenarios: uno, esperar a que el país actúe; o dos, hacer uso de los mecanismos de inteligencia como el espionaje para conocer con anticipación la orientación de un país en política exterior. Estados Unidos está altamente interesado en conocer el posicionamiento de México y Brasil en política exterior, ya que ambas naciones tienen un importante liderazgo en América Latina. La administración del Presidente Barack Obama optó, como ya es conocido, por el segundo esquema, al utilizar los instrumentos de inteligencia como el espionaje para conocer con mayor exactitud la dirección que en política exterior emprenden Brasil y México.
En distintos foros y centros de pensamiento de Estados Unidos se ha discutido sobre el rumbo en política exterior que tomará la actual administración del Presidente Enrique Peña Nieto sobre todo en temas como el conflicto de Medio Oriente, el ascenso de Asia Pacífico, el crimen transnacional, y las tendencias políticas de América Latina. En cuanto al tema sirio se desconoce qué tipo de política y dirección impulsará México en los foros internacionales. Se sabe, porque se dio a conocer públicamente, que existe un pronunciamiento de México en cuanto a la condena por la utilización de las armas químicas contra la población civil en Siria, pero se desconoce que activismo emprenderá en este terreno.
Hipotéticamente se podría elaborar un marco de referencia sobre el tema sirio, que considere los siguientes rubros.
Posicionamiento:
México es un país que toma el espíritu, filosofía y letra de la Carta de las Naciones Unidas como propios porque coinciden con los principios históricos de política exterior que nuestro país siempre ha defendido. Por lo que es de considerar que México tenga un posicionamiento respecto a diversos temas de interés mundial y en ese sentido seguramente la diplomacia mexicana ya contempla una posible hoja de ruta sobre la paz en Siria. Claro está, que nuestro país al ser respetuoso de los mecanismos diplomáticos multilaterales, es probable que previo a cualquier pronunciamiento de esta magnitud primero tome en consideración la dirección que asuman las potencias directamente involucradas en este tema como son Rusia, China, Francia, Inglaterra y Estados Unidos, así como la Liga Árabe en su conjunto, que integran 22 países árabes, excluida temporalmente Siria. Si fuera el caso, México podría formular un pronunciamiento que integre los siguiente aspectos:
Cese inmediato al fuego de todas las partes involucradas en el conflicto, ello en concordancia con lo que apunta la Liga Árabe en cuanto a encontrarle una salida política a la guerra civil en Siria.
La no intervención directa de cualquier otro país en la conflagración.
Encontrar el mecanismo, quizá por medio del cabildeo, para que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas convoque a una reunión ad hoc con el fin primordial de adoptar una decisión de cese inmediato al fuego de todas las partes en beligerancia.
Apoyar moralmente las buenas señales que manda la Liga Árabe en voz de Ahmad Ben Heli, Vicesecretario General de esta organización, quien manifiesta que esta organización en su conjunto ha suscrito un acuerdo para que se encuentre una solución política al conflicto.
México, al no ser parte del Consejo de Seguridad, podría optar por propiciar canales de cabildeo tipo diplomacia parlamentaria en la Organización de Naciones Unidas, para que en los pasillos de la Asamblea General y del Consejo de Seguridad se consensue un acuerdo de resolución política que apoye el planteamiento de la Liga Árabe.
Pronunciarse a favor del plan de control de armas químicas a fin de que se de inicio al proceso de ubicación y destrucción de estos arsenales que posee Siria. Proceso que debe darse bajo la estricta supervisión de la Organización de las Naciones Unidas con el apoyo de Rusia, Estados Unidos, China, Francia y Gran Bretaña.
Consensuar un posicionamiento para exhortar al régimen Sirio a encontrarle una salida política al conflicto llamando al diálogo a todas las partes involucradas en la conflagración. Se trata de un acuerdo de gobernanza en bien de la paz de los pueblos árabes.
México por su liderazgo natural histórico en América Latina, bien podría considerar en sus discursos en foros como la Organización de Naciones Unidas o la Comunidad de Estados Latinoamericanos (CELAC) un posicionamiento, en voz de su canciller, en el tema sirio, y en este último caso sin que ello implique atraer el conflicto a las tareas que realiza la región sino simplemente mostrar que México no es ajeno a los acontecimientos de tal envergadura y acentuar su visión como interlocutor global responsable.
*Jorge Navarro Lucio fue miembro del Servicio Exterior Mexicano, como Observador Permanente en la Economic and Social Commission for Asia and the Pacific (ESCAP) de la Organización de Naciones Unidas, con sede en Bangkok, Tailandia, promovió la democratización de Camboya. Twitter: @jornalunam.
Por Jorge Navarro Lucio*