A medida que se acerca el mes de septiembre se aproxima el gran debate nacional sobre la Reforma Energética y paralelamente sobre la Reforma Fiscal, porque ambas discusiones están entrelazadas y no se pueden separar una de otra.
Ocurre que la industria petrolera le proporciona al gobierno mexicano el 40 por ciento del total del Presupuesto de la Federación; es decir, una barbaridad de dinero sin la cual el sector público mexicano difícilmente podría vivir, y menos como ahora lo hace.
Se trata del debate más delicado e importante del Sexenio del Presidente Enrique Peña Nieto y para abordarlo se están preparando todas las fuerzas políticas, académicas, ideológicas y económicas.
Desde el comienzo de este debate el país estará divido en dos: los que promuevan la modernización de la industria petrolera y energética en general, con la participación del sector privado nacional y extranjero; y los que no, es decir, aquellos que se nieguen a cualquier reforma legal y mucho más, a la Reforma Constitucional del Artículo 27 y otros, que son un muro de contención a la entrada del capital privado nacional e internacional, a la industria energética, aunque como todos sabemos, el sector privado nacional y extranjero ya tienen una injerencia muy amplia tanto en PEMEX como en la Comisión Federal de Electricidad y hasta en materia de energía nuclear.
En realidad, este debate sobre el sector energético y, en particular, la industria petrolera, y específicamente sobre PEMEX, es un asunto viejo, al que se le ha dado vuelta tras vuelta como en una rueca de la historia mexicana, aún desde antes de la Revolución de 1910.
Ya estaba presente el asunto petrolero y energético desde finales del siglo XIX, en la época porfirista y luego, mucho más, en los albores de la Revolución Mexicana, desde Madero, Obregón y Calles hasta llegar a Lázaro Cárdenas del Río, quien fue el expropiador de la industria petrolera que estaba en manos extranjeras hasta el año de 1938.
“El petróleo -como dice el poeta zacatecano Ramón López Velarde- lo escrituró el diablo” a nuestro país, precisamente porque hasta ahora ha sido una enorme fuente de riqueza de la que vive prácticamente al 40 por ciento nuestro país, por su efecto multiplicador en la economía nacional y por su importancia en la obtención de divisas, y por ello en el tipo de cambio, en la seguridad que le da al gobierno para pagar al Ejército Mexicano, a las fuerzas de seguridad pública, a los empleados públicos, a los maestros de todo nivel y para pagar la Deuda Pública.
El petróleo ha sido y es un gran estabilizador de la economía nacional y garantía del desarrollo y la paz pública; y de ahí su enorme importancia y la trascendencia que tendrá este debate sobre la reforma energética estructural a partir de septiembre próximo.
La Reforma Energética ha estado presente en la Agenda Nacional desde los tiempos de Miguel De la Madrid, pasando por los regímenes de Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y ahora con el Presidente Enrique Peña Nieto.
El debate sobre la reforma energética y petrolera en particular marcarán el rumbo futuro de nuestro país; es por eso que nuestra Revista Macroeconomía se apresta desde ahora a publicar todo lo importante que sobre el tema se diga, como en este presente número.
Lic. Mauro Jiménez Lazcano,
Director General de la Revista Macroeconomía