Enrique Peña Nieto: un Presidente fuerte
Después de las dos experiencias presidenciales pasadas, la de Vicente Fox y la de Felipe Calderón, quienes por una u otra razón se vieron limitados en su accionar, ya era hora de que México tenga al frente a un Presidente fuerte, en este caso el licenciado Enrique Peña Nieto, quien despliega una política de consensos, para ser respaldado en sus iniciativas legales por el Congreso de la Unión, y no sólo por la representación formal que éste significa, sino por la opinión pública nacional que, en su mayoría, y más allá de las encuestas, respalda las primeras acciones y legislaciones del Primer Mandatario.
Es de hacer notar que muchos ciudadanos, tanto militantes en la oposición como otros sin partido, así como los priístas o simpatizantes, están expresando en los círculos familiares, de trabajo y empresariales, un apoyo abierto a las primeras medidas de gobierno que ha establecido el Presidente de la República.
Lo anterior revela también un estado de ánimo optimista de la población mexicana, que tenía profundos deseos de volver a creer en la posibilidad de que México salga adelante como nación progresista, pacífica y ordenada.
A los gobiernos recientes, particularmente a los de Vicente Fox y Felipe Calderón, la nación se les había salido de las manos; llegamos a tener territorios y vías de comunicación no controladas por el gobierno; la faja fronteriza llegó a convertirse en un caos y Ciudad Juárez llamó la atención mundial por los hechos negativos ocurridos ahí.
El Congreso de la Unión ha aceptado en su mayor parte, las modificaciones que propuso el nuevo Mandatario para modificar la estructura general de gobierno, en particular, la que se refiere a la seguridad pública, con el fin de que el nuevo gobierno pueda retomar el control del país, mediante una Secretaría de Gobernación, a cargo de Miguel Osorio Chong, que no sólo sea responsable de la seguridad interior del país, sino que tenga los elementos necesarios y suficientes para lograrlo.
El Presidente Enrique Peña Nieto es un torbellino, no sólo por su juventud, sino por sus profundos deseos de cambiar a México y poner nuevamente al país en el lugar que le corresponde en el concierto mundial.