46 mexicanos fueron rescatados durante la primavera árabe en Libia, hace 14 años
Como en una película de suspenso

Por Eduardo Roldán,
Ex embajador de México en Libia
Para Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro
y Alejandro González Iñárritu por sus logros.
En el 14 aniversario de la primavera árabe libia, escribo cómo la viví y le salvé la vida a 46 mexicanos. El haber sido el primer embajador de México acreditado en Libia (2006-2012) me permitió vivir de cerca la evolución política y económica de ese país y actuar con sus diferentes sectores sociales, políticos, económicos y culturales. Tuve experiencias únicas y especiales al haber conversado y sostenido entrevistas con Gadafi y otros actores político-sociales entre los años 2006 y 2011, y cuyas fructíferas conversaciones me sirvieron para
tener una visión analítica muy completa del fenómeno libio. Hechos que planteo y analizo en el libro Gadafi: Imperio de arena (2025:Editorial AMEI), disponible en Amazon y en Mercado Libre.
Así pues, el capitán del ejército Muamar Gadafi de 27 años, lideró el denominado Movimiento de Oficiales Libres integrado por 70 oficiales del ejército y soldados en su mayoría asignados a los Cuerpos de Comunicaciones, destronó al Rey Idris y estableció un poder centralista, autoritario y policiaco a partir del 1 de septiembre de 1969. Bajo el régimen gadafista, Libia pasó por las siguientes cuatro etapas: la Gran Yamahiriya Árabe Libia Popular Socialista (1970-1980; La terrorista (1980-2001);.La panarabista (2002-2005) y La panafricanista (2006-2011).
El 17 de febrero de 2011, se dio el inicio de la insurrección de la población libia. Gadafi se defendió y empezó la confrontación. Francia lidereó y aprovisionó de armas a los antigadafistas desde Egipto. Estados Unidos adiestró, con apoyo de la CIA, a anti gadafistas desde la Isla de Gerba en Túnez. Una vez creado el escenario de masacres Francia, el Reino Unido y EUA decidieron llevar el asunto al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, para justificar el “derecho de injerencia” por cuestiones humanitarias. Así, ante la primera resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, China y Rusia se opusieron y la vetaron. Después de semanas de discusión ablandaron la resolución y quedó que sólo se cerrarían los cielos de Libia. La consecuencia fue la guerra civil en Libia entre gadafistas y antigadafistas y la intervención de las grandes potencias dieron como resultado el asesinato del dictador Muamar Gadafi el 20 de octubre de 2011 hace 14años. Libia devino en un Estado fallido y en la actualidad está dividida con dos gobiernos rivales, cada uno respaldado por grupos armados y por distintos gobiernos extranjeros. Hoy se vive la inestabilidad y la reconstrucción (2012-2025).
En el marco de la crisis político-social en Libia, se produjo una situación crítica para rescatar y evacuar, y así proteger la vida de los 46 mexicanos residentes en Libia. En ese momento, varios mexicanos se encontraban en la ciudad de Misrata, Libia, en Trípoli o en algunos campos petrolíferos en medio del desierto del Sahara.
En mi calidad de embajador de México en Libia, establecí contacto telefónico con los mexicanos Silvestre Maciel Abrego, quien trabajaba para la compañía italiana Tecnomontaggi, y con Marco Antonio Cota, piloto aviador empleado por la compañía aérea Gadames Air Transport, subcontratada por el gigante petrolero italiano ENI. Me comentaron sobre la presencia de helicópteros que controlaban el movimiento de los manifestantes y transmitían informaciones a los servicios de seguridad presentes en Trípoli. Además, otras fuentes me confirmaron que la fuerza aérea libia había ametrallado a manifestantes en el interior del país. Por ello, de inmediato me coordiné con las autoridades libias competentes, con el embajador mexicano en Italia, Jorge Chen, y con la cónsul mexicana Rita Vargas en Roma, y ellos, a su vez, con las autoridades italianas, quienes enviaron barcos militares y aviones a Libia para salvar a sus connacionales, y a nuestros mexicanos, en medio de una profunda inestabilidad política, de seguridad y con muchísimas dificultades en los sistemas de comunicación.

En total 46 mexicanos fueron rescatados de Libia entre el 25 de febrero y el 1o de marzo del 2011. A saber, los mexicanos en Misrata eran: Silvestre Maciel Abrego; Honorina Álvarez Molina; Marco Polo Rodríguez Santoyo; Ángel Omar Puente Miranda; Francisco Reyes Vázquez; José Lucio Martínez Madrigal; Neftalí Rodríguez Cipriano; Álvaro Téllez Rosas; Jair Rafael Arias Vasconcelos; Roberto Carlos Pardo Prado; y Adonis Balboa Sáenz. Todos ellos eran de Lázaro Cár- denas, Michoacán y trabajaban como ingenieros o técnicos especializados en la instalación de un molino de varilla corrugada para la empresa italiana Tecnomontaggi en la ciudad de Misrata. El Sr. David Sierra trabajaba para la empresa Saipem, S.P.A en Trípolí. Los hermanos Marco Antonio y Roberto Cota Gabilondo, pilotos originarios de La Paz, Baja California Sur, y Jesús Pérez Chico, técnico aeronáutico de Guanajuato, David Cruz Romero, Rodolfo López Salazar, Francisco Téllez, Guillermo Rivera y David Ruiz trabajaban para la empresa Gadames Air Transport. César Augusto Padrón Ordaz –laboraba para Repsol, y estaba acompañado de su esposa y sus dos hijos–. Omar Santiago Espinosa, su esposa Bertha Salas de Santiago, Renata, Omar y Natalí, sus hijos, y a Eder E. Santiago los pude extraer de Libia a Malta y de ahí a Portugal. Jesús Yañez Medeles, y catorce mexicanos más con quienes tenía contacto fueron apoyados por su compañía para ser trasladados a México. Además, a Habib Abuzekri Nevarez, mexicano-libio, residente en Trípoli, le dí apoyo para su extracción de Libia.
Los once mexicanos que trabajaban para la empresa italiana Tecnomontaggi llegaron a Catania, Italia, y, con el apoyo de nuestra embajada de México en Italia, fueron trasladados a Roma, desde donde partieron con destino a nuestro país. En lo que respecta al segundo grupo de connacionales en Trípoli (nueve pilotos aviadores e ingenieros), regresaron a México vía Madrid. Con el apoyo de la embajada de Brasil en Libia, Antonio Miguel fue evacuado de Trípoli a Roma y de ahí a México. En el tercer grupo, cuatro partieron vía aérea de Trípoli, vía Malta, a México. Otros seis viajaron vía aérea de Trípoli a Roma y tres más de Benghazi a Roma. Los once restantes en diferentes grupos; unos por avión vía Lisboa, otros vía Roma y un pequeño grupo por barco vía Estambul, Turquía.
Así, finalmente, once mexicanos fueron evacuados de Libia, a bordo de un barco de la Marina militar italiana vía Malta, Catania y Roma; nueve a bordo del avión Hércules de la Real Fuerza Española vía Madrid: cuatro por avión, vía Malta; uno por avión, vía Roma, con el apoyo de la embajada de Brasil en Libia; seis por avión, vía Roma. Y los catorce restantes en diferentes grupos; unos por avión vía Lisboa, otros cinco vía Roma evacuados por las companías para las cuales trabajaban y un pequeño grupo por barco vía Estambul, Turquía.
A pesar de las dificultades técnicas para establecer contacto con los mexicanos en Libia, en virtud de que se habían cortado las comunicaciones de internet y telefónicas, con el apoyo de la Sección Consular de la embajada a mi cargo de México en Argelia, sostuve una conversación con el señor Silvestre Maciel Abrego, quien manifestó que se encontraban bien él y sus colegas, y que la empresa italiana estaba tratando de evacuarlos de Libia vía marítima o en un avión fletado a Italia. Finalmente, logramos evacuarlos por barco a Italia.
El 22 de febrero del 2011, me comuniqué con Jorge Chen, embajador mexicano en Italia a efecto de conocer el resultado de sus gestiones, a una petición de mi parte, ante las autoridades italianas competentes para poder evacuar a once mexicanos que se encontraban laborando para una empresa italiana en Misrata, Libia. El embajador Chen me manifestó que, en principio, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Italia había accedido a tal petición. Dicho Ministerio informó que se había aumentado el número de vuelos de la compañía Alitalia entre Roma y Trípoli, incluso con aeronaves de una capacidad de hasta 300 pasajeros. Puse en conocimiento de ello –vía correo electrónico– a los cinco pilotos aviadores y a los tres ingenieros mexicanos que se encontraban en
Trípoli, donde les exhorté a abandonar el país a la brevedad posible. El piloto aviador Marco Antonio Cota Gabilondo acusó recibo de mi correo electrónico, al indicar que se coordinaría con sus ocho compañeros. Después de varias e infructuosas llamadas a Libia y a la representación de la firma Repsol en Argel, finalmente instruí a la Sección Consular de México en Argelia, la cual consiguió hablar con el señor Luis Escribano, de la Dirección de Recursos Humanos de la empresa Repsol en Madrid, quien manifestó que César Augusto Padrón Ordaz, su esposa e hijos, se encontraban bien bajo la tutela de dicha empresa en Trípoli y que saldrían en vuelos de esa compañía con destino a Europa vía Malta, Bruselas, Viena o Dusseldorf.
El 23defebrero del 2011,recibí un correo electrónico de Jesús Yáñez Medeles, por medio del cual solicitaba conocer nuestras acciones a efecto de repatriarlos a México. Sobre el particular, le respondí y le hice patente el apoyo consular que requiriese y le solicité mayores datos, como la confirmación del sitio en el que se encontraban, si había menores de edad, si se encontraban bien y cuántas personas eran, en virtud de que el Sr. Yáñez manifestaba que se trataba de quince personas.
Dados los barruntos de guerra civil en Libia, y a que cada día surgían más grupos de mexicanos de los cuales no se tenía conocimiento, la embajada a mi cargo consideró conveniente sugerir a la SRE la posibilidad, en caso de ser necesario, de que un avión de la Fuerza Aérea mexicana se trasladase a Trípoli para evacuar a nuestros connacionales y que de preferencia viajase con dos funcionarios del Servicio Exterior mexicano que apoyasen en la logística de la evacuación. La embajada y el consulado mexicanos en Roma y la embajada de México en Argelia, coordinamos el viaje juntamente con autoridades italianas, que enviaron barcos militares y aviones a Libia, por medio de los cuales se dio el rescate de italianos, de los mexicanos y de personas de otras nacionalidades que estaban en Libia.
En cuanto me enteré de que un vuelo especial del avión Hércules de la Real Fuerza Española partiría el 24 de febrero del 2011 de Argel rumbo a Trípoli y que el mismo día despegaría de Libia, todo en un lapso aproximado de cuatro horas, de inmediato me puse en contacto con el embajador de España en Argelia a efecto de verificar lo anterior. El embajador me confirmó dicha información y me reiteró la mejor disposición de su gobierno para apoyarnos con la evacuación de nuestros connacionales. Lo expresado había sido puesto también en conocimiento a las dos personas de contacto mencionadas, proporcionándoles los nombres y teléfonos del embajador de España en Trípoli, Luis Francisco García, a fin de que de inmediato se trasladasen al aeropuerto de esa ciudad y pudiesen coordinar su salida con los mencionados funcionarios españoles rumbo a Madrid. Llegaron diez mexicanos; uno extravió su pasaporte en el aeropuerto de Trípoli ante una multitud desesperada por salir de Libia. Por tanto, solo nueve llegaron a Madrid y al mexicano sin pasaporte le pude evacuar, días después, con la ayuda de mi amigo el embajador brasileño en Trípoli, quien, en caso de emergencia como éste, le expidió un pasaporte humanitario de esa nacionalidad. Dicho documento le fue recogido en Roma y se le remitió a la embajada brasileña en Italia. Por su cuenta, nuestra embajada en Roma le expidió un pasaporte mexicano extraordinario y así pudo regresar a nuestro país.
El 24 de febrero, hice una llamada telefónica a la ciudad de Tuxpan, Veracruz, a efecto de hablar con René Salas, hermano de la señora Berta Salas de Santiago, una de las personas enlistadas. El señor Salas me informó que recibió una llamada telefónica de su hermana para decirle que ya se encontraba a bordo de un avión, que todavía no había despegado, en el aeropuerto de Trípoli en compañía de su esposo el señor Omar Santiago Espinosa y de sus tres hijos Renata, Omar y Natalí Santiago Salas. Además, agregó que otros mexicanos también se encontraban en dicha aeronave.

En el caso del joven libio-mexicano, instruí al cónsul de México en Argelia a que se comunicara con la Sra. Nevárez y le informara que su hijo había decidido quedarse en Libia. Esto en virtud de la preocupación externada, por la C. Norma Isela Nevárez de Abuzekri, por la integridad física de su hijo Habib Allah Abuzekri Nevárez, quien radicaba en Libia en compañía de su padre de nacionalidad libia, Sadeg Abuzekri Kalifa. El mexicano-libio, Habib, era mayor de edad y vivía con su padre de nacionalidad Libia, y había manifestado su deseo de permanecer en ese país a pesar de la insistencia de su señora madre, de nacionalidad mexicana, para que abandonase Libia.
Para el 27 de febrero del 2011, me comuniqué con la encargada de Asuntos Consulares de Embamex Italia, cónsul Rita Vargas, con el objetivo de verificar si ya habían recibido, ese mismo día, a nuestros once connacionales procedentes de Misrata, Libia. La encargada de la sección consular me manifestó que justamente en esos momentos se estaba ocupando del caso.
Por medio de una conversación telefónica, el 28 de febrero del 2011, solicité al C. Cota Gabilondo confirmar si en su oportunidad había hecho del conocimiento de los pilotos aviadores e ingenieros el contenido del mensaje con el que la Sección Consular de esta Representación Diplomática a mi cargo les había informado sobre el incremento de frecuencias de vuelos de Alitalia, del vuelo del avión espe- cial del Gobierno español, así como que se les conminaba a evacuar Libia, a lo que el C. Cota respondió afirmativamente. Solicité al C. Cota proporcionar algún número de teléfono para hablar con las cinco personas que aún permanecían en Libia. Me facilitó el número del Sr. Mohamed Ben Ayad, propietario de la empresa para la que laboraban los cinco pilotos aviadores e ingenieros mexicanos.
Finalmente, Guillermo Rivera Carballo, unos de los cinco pilotos mexicanos que se habían quedado en Tripoli, respondió a mi mensaje:
“Nos encontramos en Trípoli, Libia, y, con referencia a la reunión que sostuvimos con la empresa hemos llegado a la conclusión de mantenernos aquí en Trípoli por doce días más. Por la necesidad se nos requiere para trasladar a personal que labora en pozos petroleros, ya que dicha compañía donde laboramos es la única empresa que puede ayudar a desalojar a dicho personal de esas empresas petroleras. En lo personal y en representación de mis compañeros le agradezco la atención que nos ha prestado y en caso de agravarse la situación en este país, y que esté en riesgo nuestra seguridad, se lo haremos saber por esta misma vía, ya que lo que estamos haciendo este grupo de mexicanos es una labor social para que cientos de personas de distintas nacionalidades desalojen dichos pozos, y se refugien en sus hogares”.
En sus propias palabras, los mexicanos rescatados, explicaron sus sentimientos: “Estábamos desesperados por salir” dijo el ingeniero Silvestre Maciel Abrego, responsable de un proyecto manejado en Libia por la empresa italiana Tecnomontaggi, que contrató a los mexicanos. En un encuentro con la prensa en la embajada mexicana en Roma, Maciel Abrego explicó que él y otros nueve mexicanos evacuados trabajaban como ingenieros o técnicos especializados en la instalación de un molino de varilla corrugada, en la ciudad libia de Misrata. La undécima persona evacuada fue su esposa, Honorina Álvarez de Maciel, quien explicó que decidieron salir de Libia, ante el deterioro de la situación política prevaleciente en Libia y las protestas contra el régimen de Muamar Gadafi.
“Personalmente no vimos ningún destrozo, el único riesgo que corrimos fue cuando intentamos salir por el aeropuerto de Misrata, porque había disturbios y personas armadas. Eso sí, en el campamento en el que vivíamos escuchamos ráfagas de metralla, bombas, pero en el lugar estábamos muy seguros, gozábamos de una especie de inmunidad. Nosotros dejamos de trabajar. Ese día ya fue imposible trabajar, porque el personal que trabajaba con nosotros, de nacio- nalidad tunecina, libia y tailandesa ya no se presentó, y entonces la empresa decidió que no podíamos continuar “(Palabras de Honorina Álvarez).
Maciel Abrego y los otros mexicanos coincidieron en que no esperaban que las protestas en Libia degeneraran, pues, en su opinión, los ciudadanos de ese país “son muy amistosos y pacíficos”. Además, añadió que salieron en un barco de la Marina militar italiana, en el que viajaban 260 personas de varias nacionalidades, del puerto de Misrata al de Catania, en Sicilia. El traslado duró 36 horas y concluyó la noche del sábado; de la isla italiana fueron trasladados en avión a Roma. La opción marítima para abandonar Libia fue adoptada después de que se descartara el traslado en aviones militares italianos, que presentaban mayores riesgos.
Explicaron que el proyecto en el que trabajaban, para la paraestatal libia Lisco, estaba a cargo de la italiana Tecnomontaggi, que contrató a los mexicanos de la empresa Sicomi (Servicios de Ingeniería, Construcción y Mantenimiento Industrial).
En ese entorno de incertidumbre e inseguridad, se agregó el de la angustia de una madre mexicana por su hijo mexicano-libio residente en Libia. La madre mexicana residente en Ciudad Juárez, presionó e insistió de manera contundente y determinante ante la presidencia de los Estados Unidos Mexicanos, quien me contactó a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores, para pedir que sacáramos, ya, a su hijo de Libia. Logré contactar, después de múltiples peripecias, a dicho joven mayor de edad quien expresamente me dijo que, por presiones de su padre de origen libio había decidido quedarse junto con este en la Nación africana. La madre preocupada y atormentada por el incremento de la crisis libia insistió nuevamente ante las autoridades mexicanas para que rescatá- ramos a su hijo de Libia. Me comuniqué nuevamente con el joven mexicano, a pesar de la inestabilidad prevaleciente y los graves problemas de comunicación existentes; le expliqué la angustia de su madre, y entonces le pedí un escrito donde me dijera que era su libre voluntad permanecer en Libia: Ello, para enviar dicho escrito a su madre. Semanas después, la crisis política y de seguridad fue in crescendo y el propio joven decidió abandonar Libia y retornar a México para estar al lado de su madre. De película de suspenso.
Debo añadir que miles de ciudadanos de diversos países fueron evacuados en un barco atracado en el puerto de Bengasi, Libia. En medio de ese pandemonium tres mexicanos pudieron salir de Libia, con la ayuda que solicité a mi amigo el embajador de España en Libia, y así pudieron regresar a México. Días después mostraron su agradecimiento a los gobiernos de México y España por el apoyo que se les dio para que ello sucediera.
Los hermanos Marco Antonio y Roberto Cota Gabilondo, pilotos y originarios de La Paz, Baja California Sur, y Jesús Pérez Chico, mecánico de aviación de Guanajuato, ofrecieron una rueda de prensa en la embajada de México en España tras llegar en la madrugada a la capital española, en un avión de las Fuerzas Armadas españolas. “Esperamos rehacer en México nuestra vida, esperamos que se nos abran oportunidades, ya que se dice que México está recuperando su economía y las líneas aéreas están por contratar nuevos elementos. Vamos con esa intención, para conseguir trabajo allí”.
Los tres mexicanos, tras pasar dos años y medio desempleados por la crisis de Aerocalifornia, se fueron a Libia. Ya llevaban allí cuatro, tres y dos meses, respectivamente. Trabajaban para la línea aérea Gadames Air Transport, transportando a personal de la empresa a los yacimientos petroleros.
Sobre la situación prevaleciente en Libia, expresaron lo siguiente: “El cielo no lo sentíamos seguro como pilotos. Ya había aviones militares desobedeciendo instrucciones, vimos pilotos que se expulsaban del avión y los aviones caían a tierra”. “En lo personal nosotros, mi hermano y el compañero, no queríamos ya trabajar, le pedimos a la empresa que nos sacara y con artimañas nos fue teniendo dos, tres días más allí, y ahí estaban otros compañeros, había cinco mexicanos más”. Los otros cinco mexicanos eran David Cruz Romero (comandante), Rodolfo López Salazar, Francisco Téllez, Guillermo Rivera y David Ruiz, quienes cedieron a las presiones de la empresa libia para seguir sacando a su personal de las plataformas petroleras.
Por su parte, Roberto Cota añadió: “Nosotros lo que mirábamos es que el Gobierno de Libia tenía muchísimos aviones, rusos, grandes, que podían ir a sacar a su gente; ellos tenían los medios cómo hacerle”. “Nosotros somos mexicanos y no era nuestra obligación en ese momento. Nos sentíamos inseguros y vimos por nuestra seguridad”. El piloto negó que hubiese bombardeos aéreos en Trípoli, pero sí a las afueras y en todas las vías de acceso a la ciudad. Trípoli seguía en manos del régimen de Gadafi. De hecho, en la ciudad había muchos coches apoyándolo, sonaban las bocinas por todos lados. Por ello nosotros temíamos que hubiera un mayor enfrentamiento, por eso buscamos por diversos medios salir de allí”. Marco Antonio añadió que “él era el único que pudo lograr una señal de internet y a través de una comunicación su padre logró buscar ayuda para dejar Libia”. Así pues, fue que se pudo tener contacto con el señor Marco Antonio Cota Gabilondo. “Fue decisión propia, nos comunicamos con el embajador Eduardo Roldán y nos coordinó todo para salir de Libia”.
Los nueve mexicanos llegaron a Madrid en un avión Hércules de la Real Fuerzas Armadas españolas, luego de que la embajada de México se movilizara para que pudieran abordar la aeronave junto con otras 119 personas de distintas nacionalidades. “La zona donde nosotros vivíamos en Trípoli (capital de Libia) estaba muy tranquila, pero a la redonda a más o menos un kilómetro estaban todas las manifestaciones, balazos y cañonazos”, comentaron a su llegada a México. El grupo de mexicanos explicó que el motivo que los orilló a dejar México, en el que nacieron, fue la falta de oportunidades laborales, cuestión que, aseguraron, volverían a hacer si no consiguen trabajo ahora que regresan. “Recibimos mucho apoyo por medio del correo electrónico, porque los teléfonos estaban fuera de servicio, las redes sociales incomunicadas, y a través del correo de hotmail mi hermano fue el que empezó a contactar todo para poder irnos”. Relataron que incluso en el aeropuerto todo resultaba un caos, pues las condiciones eran insalubres, la gente dormía en campamentos, en medio de basura, las aerolíneas vendían boletos de vuelos que finalmente no salían y había militares disparando al aire para evitar que las personas, desesperadas, se abalanzaran a los aviones.
El 1° de marzo del 2011, a las 20.00 hs, arribaron al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) procedentes de Madrid, los once mexicanos que integraban el primer grupo de connacionales que regresaban al país tras la crisis vivida en Libia.
Días después, habiendo dejado atrás semanas de tensión, incertidumbre, adrenalina y de dormir muy pocas horas, me recordó esta hazaña mexicana con los hechos acontecidos en la película Argo. Un “thriller” de rescate de estadounidenses, con gran suspenso, para sacarlos del régimen teocrático de Irán. Pero en esta ocasión fue el rescate de mexicanos del régimen autócrata libio en plena guerra civil. Para mí, es la mejor condecoración y honor que un diplomático puede recibir. Se trata del honor de haber rescatado y defendido a nuestros connacionales.
El Gobierno de México, a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), manifestó su preocupación por los acontecimientos en Libia, dados a conocer a través de imágenes y otros informes. En un comunicado, la cancillería explicó que México condenaba la violencia en contra de manifestantes civiles e hizo un llamado a las autoridades a respetar los derechos humanos, a privilegiar el diálogo con todas las fuerzas políticas y a evitar el recurso de la fuerza.
En ese entonces, la SRE expresó que estaba atenta a las necesidades de los nacionales mexicanos que residían en Libia, a fin de brindarles protección consular en caso de ser necesario. Por otra parte, fuentes de la Cancillería detallaron que eran pocos los mexicanos que vivían en esa Nación. La SRE resaltó que los connacionales eran principalmente empleados o trabajadores de compañías o empresas privadas que tenían su sede en ese país. Hasta el momento, las autoridades mexicanas no reportaban de la presencia de turistas nacionales en Libia.
Después de los acontecimientos en Libia, deseo enfatizar que tanto la buena y positiva imagen de la embajada de México en Argelia, concurrente en Libia, a mi cargo, así como la de nuestras misiones en Italia, en España, en Turquía y la propia SRE, con quienes coordinamos la salida de nuestros connacionales de los citados países, fue considerada como excelente, conforme declaraciones de agradecimiento de los interesados, tanto verbales como escritas, e incluso de la prensa misma y demás medios de comunicación.
También es importante recordar y agradecer el invaluable apoyo otorgado al Gobierno de México por las embajadas de España en Argelia y en Libia, al trasladar en un avión del Gobierno de ese país a Madrid a varios de nuestros compatriotas y por las embajadas del Brasil en Argelia y en Libia, al otorgar un pasaporte brasileño, que permitió abandonar esa Nación, a un nacional mexicano que había extraviado el suyo, y así apoyarlo en su evacuación.
Al tiempo que se desarrollaban los acontecimientos descritos, durante los últimos días de febrero y marzo de 2011, en medio de días de tensión, incertidumbre, adrenalina y de dormir muy pocas horas, solicité la autorización correspondiente del Ministerio de Asuntos Exteriores de Argelia para brindar apoyo total a Kasia Wyderko y a Albert Putois, ambos de Televisa, a efecto de que pudiesen obtener las visas argelinas correspondientes. Dichas visas les fueron otorgadas por la embajada argelina en Ankara, Turquía, el 23 de febrero. Además, con mi intervención, recibieron la acreditación necesaria para trasladarse a Argelia a cubrir los eventos políticos que tenían lugar allí. Asimismo, negocié con diferentes ministerios argelinos para que les concediesen entrevistas: con el primer ministro, con el ministro de Asuntos Exteriores y el de Comunicaciones oficiales.
Recuerdo también que solicité el apoyo, tanto del Ministerio de Asuntos Exteriores libio como a la embajada de ese país en Argelia a efecto de obtener visas a favor de José Luís Arévalo de Televisa y para su equipo conformado por Jorge Puig Mirón y Gonzalo Chavolla Huaracha. Estas personas se encontraban ya en Túnez. Rememoro que, a petición de José Arévalo, intervine ante el Gobierno libio para que pudiesen entrevistar a Gadafi. Les comenté que me dieran dos días para obtener dicha entrevista. Formulé dicha petición a mi colega el embajador de Libia en Argel. En dos días tuve la respuesta positiva. Uno de los argumentos que esgrimí ante el Gobierno libio fue que la empresa Televisa tenía una enorme cobertura en el mundo hispano, de más de 500 millones de hispanoparlantes. La entrevista fue concedida y la instrucción fue que el periodista mexicano y su equipo se trasladasen a la isla de Gerba en Túnez donde funcionarios libios les estarían esperando para ser transportados al búnker de Gadafi en Trípoli.
Lo anterior se lo comuniqué al Sr. Arévalo. Me agradeció y me dijo que, por instrucciones superiores ya estaba en el avión para volar a Yemen para cubrir el inicio de las revueltas en dicho país. Reflexioné y me dije a mi mismo: fue un enorme esfuerzo lograr esa entrevista. El mundo hispano y Televisa se perdieron esa exclusiva internacional.
Por su parte, Carlos Loret de Mola de Televisa, se comunicó conmigo vía su teléfono satelital, el 23 de febrero, para informarme que ya se había internado en Libia por el este de dicho país, zona tomada por la oposición, con su equipo de reporteros y técnicos: José Luís Valdivieso, Gustavo Sánchez, Rafael Ruiz y Vytas Rudodifus. Dicha zona se encontraba entre la ciudad egipcia de Soloum, y la ciudad libia de Amsaad en la región de Cirenaica. Comentamos en varias ocasiones sobre los eventos libios en desarrollo, le informé sobre las áreas peligrosas y de alto riesgo. Loret entraba desde Egipto y salía de Libia cada día para hacer sus reportajes televisivos. Le solicité amablemente mantenerse en estrecho contacto conmigo.
En Libia, entraban algunas llamadas por celulares; las llamadas por líneas directas se cortaban y por medio de internet la comunicación era más fluida. No obstante, el 25 de agosto del 2011,envié un correo electrónico al joven mexicano-libio Abuzelksi Nevárez con el que le solicité me manifestase su estado físico y/o si requiriese de algún tipo de apoyo. La respuesta fue que en el corto plazo había decidido regresar a México al lado de su madre mexicana.
El ser humano en el mundo no ha podido deshacerse del síndrome de Sócrates, que decía: “Lo que fue es lo que será, y lo que será es lo que volverá a ser”. Me pregunto, ¿podrá cambiar la naturaleza humana? O, ¿se repetirá la misma historia en Marte? Virgilio decía: ¡ Cuántas guerras, en el mundo! ¡Cuán diverso, los rostros del crimen ! Efectivamente, las guerras se basan en la ignorancia, en la falta de tolerancia, en el orgullo y en la arrogancia del poder. Las guerras duran más de lo que creemos, continúan cuando pensamos que ya acabaron. La paz no llega inmediatamente. Las guerras no se terminan sólo porque se da la orden. Siguen los síndromes postraumáticos, las migraciones, la desesperación, los traumas psicológicos, la desintegración familiar, los suicidios, la violencia familiar, la farmacodependencia, la depresión, la desesperación, los insomnios, etc. Las guerras dejan ira y resentimientos generacionales. La destrucción de una nación causa la desintegración de las familias. Y las familias desintegradas facilitan la desaparición de la nación. Todos se convierten en polvo. Además, tras las guerras, viene la reconstrucción de todo el tejido social, económico, político, cultural, etc. Hay que aprender del pasado, hoy en el presente, para construir el futuro. Los Estados parecen tener amnesia, la historia vuelve a repetirse, nos proporciona una enorme lista de monstruos. Es un imperativo estratégico evitar el péndulo de las guerras.




