Afloran los estropicios económicos de López Obrador en su Sexenio

Poco a poco van aflorando los estropicios económicos cometidos por el entonces Presidente Andrés Manuel López Obrador en su Sexenio 2018-2024: un Tren Maya semi vacío, inviable económicamente, destructor de la selva y la fauna de la Península de Yucatán, grandes pérdidas impagables, con bloqueos de constructores a quienes no se les ha liquidado cientos de millones de pesos que se les adeudan; un AIFA necesariamente subsidiado igual que la línea aérea recién creada de Mexicana de Aviación; una Refinería de Dos Bocas que costó tres veces su presupuesto original de 8,000 millones de dólares y acabó en 24,000 millones de dólares y todavía no funciona ni produce absolutamente nada de gasolina; una super farmacia que no lo es y que surte unas cuantas recetas de medicinas al día mientras en los hospitales públicos no hay medicamentos suficientes para la población; y para colmo se paga la gigantesca deuda del Nuevo Aeropuerto Internacional de México NAIM que absurdamente fue destruido e inundado por órdenes de un Jefe del Ejecutivo desquiciado.

La mayor parte de las obras públicas faraónicas que ordenó López Obrador fueron pura demagogia, que ahora se está pagando muy caro, con un Presupuesto para 2025 que no alcanza y que se tiene que pagar recortando estúpidamente las dotaciones de medicinas para los niños y para los adultos mayores y el público en general de los hospitales del Gobierno; recortando también personal y otros gastos necesarios para los institutos especializados de la infancia, cardiología, vías respiratorias y otros, con órdenes que se le dieron a los diputados de aprobar el Presupuesto Federal sin moverle una coma, hasta el punto de llegar al escándalo público tan grande, que los siervos del  ex Presidente López Obrador se han tenido que ver en la necesidad de rectificar, aunque sea un poquito, en las asignaciones para salud pública.

UNA DESGRACIA, LA HERENCIA DE LOPEZ OBRADOR A SHEINBAUM

La Presidenta Claudia Sheinbaum se ve obligada todos los días, en las mañanas, a tratar de justificar la odiosa herencia que le dejó López Obrador; mueve las manos hacia arriba, sube los hombros, sonríe forzadamente, porque sabe que no hay lógica económica en las obras inconclusas que le dejaron, en los costos de lo que se terminó a medias y en la dificultad de echar a andar lo que no es viable.

En la llamada “guerra de Sinaloa”, la Presidenta Sheinbaum se da cuenta que le dejaron una entidad federativa en llamas y que difícilmente se podrá llegar a una pacificación en el futuro, porque su antecesor estableció una política de seguridad pública de abrazos y no balazos especialmente en el Estado de Sinaloa que nadie entendió.

Ahora le toca a Claudia Sheinbaum intentar la recomposición de lo que le han dejado; pero eso no será nada fácil de realizar durante su Sexenio.