“Ganar para unir a México”: proclama Xóchitl Gálvez en su compromiso por la paz
Hace suyos los deseos del pueblo mexicano de vivir pacíficamente
Mensaje de la candidata presidencial de la coalición Fuerza y Corazón por México, del PAN, PRI y PRD, Xóchitl Gálvez, durante la firma del acuerdo del Compromiso por la Paz. evento organizado por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), que se llevó a cabo en la sede del Episcopado el 11 de marzo de 2024.
Xóchitl Gálvez: Muchas gracias, agradezco la invitación a la Conferencia del Episcopado Mexicano, a monseñor Rogelio Cabrera López, a monseñor Ramón Castro Castro, a la hermana Juana Ángeles Zárate, al padre Luis Gerardo Moro, al padre y a todos los que han intervenido. Muchas gracias.
La verdad es que desde el video es muy conmovedor y pues decirles claramente que obviamente haré mías todas estas propuestas que han salido de la sociedad civil, no tengo ninguna duda.
Estoy muy contenta de estar aquí con ustedes. Yo estoy convencida que las iglesias y muy particularmente la católica, a la cual pertenezco, juegan un papel fundamental para la construcción de la paz.
Reconozco y valoro el gran trabajo que hace la Iglesia Católica en México a través de sus obispos, párrocos, religiosos, monjas y catequistas en todo el país, particularmente los felicito por su gran trabajo en el Diálogo Nacional por la Paz.
Quiero comenzar recordando a todos los sacerdotes que han sido asesinados en lo que va de este gobierno.
Recuerdo al Padre José Martín Guzmán Vega, asesinado en agosto de 2019 en su parroquia ubicada en el ejido de Santa Adelaida, en Matamoros, Tamaulipas. Recuerdo al padre Gumersindo Cortés González, asesinado en marzo de 2021 en Dolores Hidalgo, Guanajuato.
Recuerdo al padre José Guadalupe Popoca Soto, asesinado en agosto de 2021 en la iglesia del poblado de Galeana en Zacatepec, Morelos. Recuerdo al padre Juan Antonio Orozco Alvarado, asesinado en junio de 2021 en Durango. Recuerdo al padre José Guadalupe Rivas, asesinado en mayo de 2022 en Tecate, Baja California. Recuerdo con especial cariño a los padres jesuitas, Javier Campos y a Joaquín Mora, asesinados en junio de 2022 en la parroquia de Cerocahui, en Chihuahua.
Recuerdo al padre Javier García Villafaña, asesinado en mayo de 2023 en Huandacareo, en Michoacán.
El hecho donde fueron asesinados los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín César Mora, en el interior del templo de la comunidad de Cerocahui, en el municipio de Urique, en Chihuahua, ha sido un hito de los muchos que han marcado a las personas, familias, comunidades en México, flagelada por la delincuencia organizada que no han sido enfrentadas al amparo de la política de abrazos no a balazos.
Permítanme decirles que conozco la Sierra Tarahumara como la palma de mi mano. Tuve la oportunidad de trabajar junto con la Fundación Llaguno desde 1997 hasta el 2006, ya como funcionaria federal, y me tocaba que el padre Pancho, el piloto de la vieja avioneta del obispo Llaguno, me llevara por toda la Sierra Tarahumara y un día tuvimos muy mal tiempo.
El padre Pancho me decía no te preocupes, Xóchitl, yo veía que la avioneta estaba sostenida con dos alambres y el espejo con masking. Cómo no me iba a preocupar si se movía eso tremendamente.
Me decía que hay dos opciones: O llegamos al cielo o llegamos al infierno o llegamos a Chihuahua y yo me espantaba más todavía, cuando Pancho me decía. Finalmente llegué a Chihuahua, Pancho me abrazó y me dijo estoy seguro que vas a hacer algo por la Tarahumara y Pancho ya no regresó a Norogachi, se cayó la avioneta.
Y en esos recorridos fue cuando tuve la oportunidad de conocer al padre Gallo, conocí de su enorme trabajo por los indígenas rarámuris. Por eso aprecio tanto esta artesanía y efectivamente, me tocó electrificar la Alta y la Baja Tarahumara. Hicimos decenas de caminos para tratar de reducir la enorme pobreza que había en esa región.
Por eso para mí la muerte del Padre Gallo fue algo que me impactó tremendamente, porque se le va a extrañar en la Sierra Tarahumara.
Hay un concepto que acuñó el Papa Benedicto XVI: Laicidad positiva, consiste en que el Estado y las Iglesias reconocen cada uno su ámbito de actuación, pero colaboran activamente en la construcción de una sociedad más justa.
Quiero felicitarlos por el esfuerzo de escuchar, construir y proponer, que es la esencia de este documento.
Son casi dos años de escuchar a más de 20 mil personas, mil 600 instituciones, mil foros y conversatorios.
El método de trabajo que llevó a la construcción de este documento refleja mucho mi aspiración acerca de cómo debemos enfrentar los problemas más grandes y graves del país.
No tengo duda que el desafío más grande que tenemos por delante es cómo reconstruir el tejido social y garantizar una paz sustentable y con justicia para las distintas regiones de nuestro país.
Un problema de esa complejidad, de esa magnitud, necesita de la participación de todos.
El objetivo de vivir en paz, el objetivo de vivir sin miedo, sólo se puede construir con la voz y la acción de todos nosotros.
Ese espíritu de corresponsabilidad y participación de distintos actores sociales es el alma de este compromiso por la paz y será también el faro de guía en el proceso de toma de decisiones de mi gobierno.
Hoy me quiero comprometer con ustedes, que, al ganar la elección al día siguiente de la toma de posesión del próximo 2 de octubre, me voy a reunir con ustedes para tener la primera sesión de trabajo, diálogo y escucha de compromiso por la paz, pero no como candidata, sino como Presidenta de la República.
Vamos juntos por un México sin miedo, vamos juntos por un México en paz.
Al leer el documento que hoy se me presenta, encuentro una perfecta sintonía y coincidencia con lo que he estado poniendo durante los días que llevamos de campaña.
Hice 15 propuestas concretas de seguridad y para mí, la más importante es la desmilitarización de la administración pública.
Y aquí permítanme parafrasear a lo que dijo Jesús, refiriéndose a Dios y al César, a los civiles lo que le corresponde a los civiles y a los militares, lo que es de los militares.
La línea con el documento: la desmilitarización de la seguridad pública pasa por pagarle bien a quien nos cuida, a los policías municipales, estatales, ministerios públicos y jueces.
Ninguno de ellos se quedará fuera de la clase media y pasa también por establecer la atención a las víctimas como una prioridad del Estado y consolidar el respeto a los derechos humanos como una garantía para la paz.
Consolidar un sistema de justicia cívica, utilizar la tecnología y la inteligencia, convocar a un gran Acuerdo Nacional y construir un tejido social sólido.
Hago mías las preocupaciones y propuestas expresadas en el documento, en lo relativo a la necesidad de fortalecer el tejido social, atender integralmente el problema de la seguridad, abordar el tema de la justicia con diagnóstico y transparencia, saldar la deuda que tenemos pendientes con la población adolescente, construir una auténtica gobernanza democrática que conduzca a la paz.
Identificar los temas cruciales en la crisis de derechos humanos que padecemos, como lo relativo a la desaparición de personas, la violencia contra las mujeres, la violencia contra las personas en movilidad o lo que está pasando con la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Quiero hacer una reflexión sobre una propuesta que hice y que la opinión pública se ha centrado mucho en ella y que también está relacionada con lo que se menciona en este documento. Me refiero a la propuesta de construir una cárcel de alta seguridad.
Sobre esta propuesta quisiera dar un poco de contexto, de acuerdo con el Censo de Penitenciarios del INEGI, hay 15 estados de la República con problemas de hacinamiento en sus cárceles. En el estado de México la cifra es dramática: 242% de hacinamiento para las personas en condición de cárcel.
Esta cifra representa una violación flagrante a los derechos humanos. Una parte importante de los 248 penales operan bajo la condición de autogobierno.
En estos espacios de anarquía y violencia tampoco se puede hablar de derechos humanos. Necesitamos una mayor coordinación del sistema penal entre el nivel federal y los estados para enfrentar el autogobierno y el hacinamiento.
Lo que propongo es una renovación total del sistema penitenciario, de tal manera que las cárceles sean verdaderos centros de readaptación social y no escuelas de delincuentes en donde se violan sistemáticamente los derechos humanos, como ocurre hoy en día.
En paralelo, estoy haciendo una propuesta para reducir aquellos delitos que se criminalizan, de tal manera que las cárceles no estén llenas de personas que cometieron delitos menores.
Como Senadora de la República, presenté una reforma constitucional que fue aprobada en el Senado en materia de justicia cívica.
Creo que ese es el camino, tenemos que apostarle. Yo, que provengo de una comunidad indígena en los usos y costumbres, la justicia alternativa funciona razonablemente bien, siempre y cuando no se violenten derechos humanos.
Y como bien nos dijo el Papa Francisco cuando vino a México, en la cárcel de Ciudad Juárez, por cierto, era una cárcel de mujeres, la misericordia nos recuerda que la reinserción no comienza acá en estas paredes, sino que comienza antes, comienza afuera, en las calles de la ciudad.
Y también les recuerdo que yo tengo una hermana hace 12 años presa, así que conozco perfectamente lo que pasa en las cárceles.
Señores obispos, por cierto, sin sentencia, 12 años sin sentencia.
Señores obispos, amigos que han participado en este enorme esfuerzo.
Quiero terminar con una reflexión, en un sentido estricto la paz significa la ausencia de un conflicto, de violencia, de guerra. Pero la paz es también plenitud, equilibrio, bienestar, tranquilidad, serenidad.
No soy teóloga, pero creo que no es casualidad que en la misa de los domingos nos demos un saludo de paz precisamente antes de proceder a la comunión, que es el momento más íntimo de unión con Dios.
Llevado al plano colectivo y a la esfera pública, la paz adquiere un significado aún más profundo, la paz es fruto de la justicia, donde no hay justicia no puede haber paz.
Por eso la paz es la expresión del bien común, es la realización máxima de la solidaridad a partir del respeto a la eminente dignidad humana.
Dice la encíclica Fratelli Tutti del Papa Francisco, que, por cierto, sigo muy contenta de haberlo visto, que la política es una de las formas más elevadas de la caridad, porque sirve al bien común.
La sociedad mexicana está agraviada, alrededor de la mitad de la población vive en condiciones de pobreza y 10 millones de personas no tienen ni siquiera garantizado el sustento diario.
La violencia arrasa poblaciones enteras, destruye familias y causa dolor por doquier.
Trabajé muchos años en Chiapas y la verdad es que me tocó ver mucha pobreza, pero nunca vi los niveles de violencia que hoy existen y que han desplazado a familias enteras.
La corrupción gubernamental ha rebasado ya cualquier límite. En esas condiciones, ningún país puede vivir en paz, México tampoco. Por eso es tan relevante el llamado audaz que ustedes nos hacen a quienes aspiramos a la Presidencia de la República.
México necesita recuperar la paz. La paz es vivir en justicia, con libertad para alcanzar la felicidad. No es un estado utópico al que un día se llegará, sino una construcción constante, cotidiana, que involucra a las personas, las comunidades y el gobierno.
Es un trabajo conjunto que urge iniciar, ese es el compromiso que hoy asumo con ustedes.
Cierro diciéndoles que los cuatro valores con los que he iniciado esta campaña son: la vida, la viva, la libertad y la prosperidad.
Quiero dejarles claro que mi propósito es unir para ganar, pero sobre todo ganar para unir a México.
Muchas gracias.