Por Miguel Tirado Rasso
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Ahora sí se enojó el fundador, dueño y eterno dirigente del partido Movimiento Ciudadano, Dante Delgado, cuando, según él, por culpa del PRIAN, su esquirol plan para contender en la elección presidencial del 2024, con su candidato estrella, Samuel García, gobernador de Nuevo León, se malogró. Y es que, al no contar con un plan B, la posibilidad de mejorar el posicionamiento político de su partido, a nivel nacional, se esfumó, junto con la esperanza de una buena votación que le habría permitido mayor presencia en el Congreso y derecho a jugosas prerrogativas.
La molestia del senador, no es para menos, pero el reclamo por el fracaso de ese maquiavélico intento por dividir el voto de la oposición, no debería dirigirlo al bloque opositor, sino a su frustrado precandidato presidencial, cuya inmadurez, soberbia, prepotencia y falta de sensibilidad política le impidieron resolver el tema de la designación del gobernador interino, de acuerdo con lo ordenado por la Constitución local, que, por cierto, cuando tomó protesta como gobernador, juró cumplir.
La realidad es que Samuel García fue quien decidió renunciar a la precandidatura, ante el riesgo de que, quién lo sustituyera en el gobierno, al no ser su incondicional, se dedicara a revisar sus maniobras políticas y manejos presupuestales. Nada de que los legisladores del PRI y del PAN se opusieran a su separación temporal, porque, inclusive, la licencia se la otorgaron sin mayor problema.
La realidad es que el gobernador tenía varios reclamos legales, por darle carpetazo a la publicación de una veintena de decretos en el Periódico Oficial del estado; por no presentar debidamente el proyecto de presupuesto de egresos del ¡año que está por terminar!; por no cumplir con la entrega de más de 2,500 millones de pesos, para el desarrollo de los municipios de su entidad, además de tener un pendiente con la Auditoría Superior de la Federación, por observaciones sobre el ejercicio de recursos multimillonarios del Fondo de Infraestructura Social para las Entidades. Éste es el nuevo político que pretendía la presidencia de la República.
El sainete neoleonés, conmovió el ambiente preelectoral, al menos en la circunstancia de MC. La muina del senador veracruzano lo llevó a amenazar al PRIAN “verá(n) lo que es meterse con MC”, habría dicho, además de anunciar la separación de su partido del bloque y declarar la muerte de éste como contención de Morena en el Senado. Una balandronada que significó una luz de esperanza en Palacio Nacional para la aprobación de sus reformas constitucionales. De inmediato, el jefe del Ejecutivo anunciaría el adelanto de la presentación de sus iniciativas de reforma, plan C y todo, para el mes de febrero.
Con esto, las sospechas sobre un acuerdo en lo oscurito entre Morena y MC, en el proceso de la elección presidencial, se confirmarían, al quedar expuestos los verdaderos afectos del senador Delgado con Morena y su dirigente moral. MC atraviesa por su mejor momento. Sus 13 senadores le permitirían a Morena alcanzar su tan ansiada mayoría calificada. Sin embargo, en la Cámara de Diputados, ni con sus 28 legisladores, si es que llegaran a votar en bloque, le darían a Morena la mayoría calificada.
Hasta el momento, no todo pinta como le gustaría a Dante Delgado, porque ya se han pronunciado notables emecistas para aclarar que, si bien, se separan del bloque opositor en el Senado, como lo ordenó su jefe, esto no quiere decir que vayan a votar a favor de las reformas que más le interesan al presidente AMLO.
El Ejecutivo quiere una reforma al Poder Judicial, para que los ministros de la SCJN sean elegidos por voto popular y la creación de un tribunal que sustituya al Consejo de la Judicatura; una reforma electoral, para tener una autoridad de las elecciones a modo; la incorporación de la Guardia Nacional a la SEDENA, y la desaparición de organismos autónomos, como el Instituto de Transparencia (INAI), la Comisión Federal de Competencia (COFECE), el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), entre otros.
Reformas, todas, que requieren una mayoría calificada en ambas cámaras, algo que Dante Delgado, con la pena, no puede asegurarle a Morena, ni siquiera en la Cámara de Senadores, pues ahí, varios legisladores naranja, han puesto su raya y, suponemos, por convicción, no respaldarán los vaivenes y berrinches, del senador jarocho.
En contra, esto puede dar origen a un reclamo de la militancia de MC para democratizar el partido que, desde su fundación, en agosto de 1999, Dante Delgado ha dirigido y manipulado a placer, sin permitir que nadie se entrometa en las decisiones políticas ni administrativas del organismo. Un riesgo, para bien, de ese partido por su democratización y, no tanto, para los intereses personales de su fundador.