Declaración de Artista
Procesión para quemar una obra de arte: “Reserva de la Biósfera de Calakmul”
El gran tesoro escondido en la Selva Maya es la naturaleza, sus brillantes dinámicas, sus deslumbrantes formas de vida, sus grandes beneficios al planeta.
Por eso decidí pintar ahí.
Hoy, cuando la crisis climática y ambiental mundial indica que ahora más que nunca necesitamos custodiar y restaurar las áreas silvestres, veo con horror cómo el denominado Tren Maya ha detonado un proceso que se está concretando muy rápidamente, propiciando nuevos polos de desarrollo que se traducirán en un crecimiento exponencial de población humana imposible de controlar.
El esfuerzo civilizador del tren pone a una selva sana, vigorosa y funcional a merced de la barbarie.
Duele que en México la protección de áreas naturales sea tan solo un mito; duele que se puedan imponer proyectos sobre áreas de valor ambiental indiscutible, sin respeto a la ley, sin respeto a acuerdos internacionales y a los derechos de los pueblos indígenas, sin escuchar ni los saberes ancestrales locales, ni el conocimiento de los científicos estudiosos de la zona.
La reciente profanación por el denominado Tren Maya a las zonas con mayor concentración de biodiversidad en la Península de Yucatán – la Reserva de la Biosfera de Calakmul y la Reserva de la Biósfera de Sian Ka’an -, me duele como si ahorcaran mi corazón estrujándolo a matar, mi alma grita de indignación, tiemblo de furia y no puedo permanecer como si nada estuviese ocurriendo.
Por eso decido quemar el cuadro que ahí pinté.
El megaproyecto del tren atenta atropelladamente contra el último gran continuo de selva tropical al norte del Amazonas. Podría parecer que se está destruyendo poco. Pero si tomamos en cuenta que hace tan sólo 20 años la selva en la península de Yucatán era mucho más densa, el megaproyecto del tren – y todo lo que acarrea – degradan rápidamente un porcentaje importante de lo poco que aún queda de selva. Y la tendencia se perfila como desarrollo exponencial.
Hoy, 29 de septiembre del 2023, en el mes de la Patria, como UN ACTO DE DESOLACIÓN ante la imposición ilegal de un megaproyecto que merma la resilienia de México a los embates del cambio climático, realizo esta procesión fúnebre a Palacio Nacional para quemar el cuadro que pinté con devoción en homenaje a la Reserva de la Biosfera de Calakmul.
Soy pintora de áreas silvestres.
A la fecha llevo 32 expediciones pintando grandes áreas naturales amenazadas y protegidas del planeta. Las áreas silvestres, santuarios de la biodiversidad, son y continuarán siendo el único enfoque de mi producción artística. Ningún otro tema amerita mi tiempo, energía, mis recursos, mi vida.
Porque el rasgo más extraordinario de nuestro planeta es la diversidad biológica.
En 2008 fui invitada por el Instituto de Ecología de la UNAM a pintar en las afueras de la Reserva de la Biosfera de Calakmul. Ahí me sorprendió la impresionante biodiversidad expresada en sonidos de aves e insectos de infinita variedad, en las sensuales formas de un universo de palmas, lianas y árboles gigantes, hogar del tapir, de monos aulladores, pecaríes, jaguares, tucanes, de grandes y minúsculas expresiones de un vigoroso ecosistema de extraordinaria sofisticación. Esta gran selva y todas sus presencias son piezas esenciales en el tejido de la vida. Tejido que estamos deshilachando en aras de nuestro “bienestar”, sin darnos cuenta de que es justamente el equilibrio ecológico lo que nos brinda bienestar.
Pero mientras el cambio climático y el mundo subrayan que debemos invertir en proteger y restaurar áreas naturales, en México invertimos millones en devastarlas.
Por eso hoy mi pintura de la Reserva de la Biosfera de Calakmul se activa en cumplimiento de la promesa que hice a la Selva Maya cuando descubrí su rostro verde, sus cantos salvajes, su exhubernte vitalidad, cuando me percaté de cuán vertiginosamente la estamos degradando.
Hoy el arte grita el dolor de perder la Selva Maya, y mi cuadro hablará más fuerte ardiendo, que colgado en una pared.
NOTA FINAL: Esta Declaración de artista se entrega a Presidencia de la República junto con las cenizas de mi cuadro, y un Pliego petitorio que compila propuestas para que el megaproyecto del denominado Tren Maya tenga el menor impacto adverso posible.