Las clases medias de México que salieron a las calles a defender al INE y a la Suprema Corte de Justicia han puesto en Xóchitl Gálvez Ruiz su esperanza; su triunfo será la única forma de lograr la alternancia en el poder, un poder que ha detenido el avance de país y que amenaza con llevar a la nación mexicana a un régimen castrista, chavista, y evomoralista.
Sí hay una gran preocupación en las clases medias del país que son ya más del 50 por ciento de la población y que ven amenazado su futuro y el de sus hijos, con la evidencia de un régimen autoritario que intenta prolongarse a través de argucias que llevarían a un Maximato deleznable.
En los últimos encuentros ocurridos entre Xóchitl Gálvez y Beatriz Paredes, por el Frente Amplio Opositor, se notó lo que se llama “una buena química” entre ellas, aunque cada una sabia de antemano que quien obtenga mayor apoyo popular quedaría a cargo del liderazgo político electoral; y si el mayor número de simpatías se le han otorgado a Xóchitl, Beatriz Paredes Rangel no tendrá óbice en reconocerlo, para bien de México.
Se ha abierto una ventana de oportunidad para el triunfo de la oposición democrática representada por el Frente Amplio por México y los partidos de oposición PAN, PRI y PRD deberán aprovecharlo ahora, para que nuestro país pueda retomar el paso del crecimiento económico en un marco de libertad de comercio; de la libertad de expresión de periódicos y periodistas y estaciones de radio y televisión; el rechazo al divisionismo de los mexicanos que ha predicado el Presidente Andrés Manuel López Obrador a lo largo de estos cinco años de su Gobierno.
La noche del fanatismo y del autoritarismo debe quedar atrás; la noche del adoctrinamiento de la niñez y la juventud con Libros de Texto colectivistas elaborados por un grupo de ignorantes, debe quedar atrás; la noche de la destrucción de la selva del Sureste mexicano debe quedar atrás; la noche de la destrucción de instituciones democráticas como el INAI, el INE, la Suprema Corte de Justicia debe quedar atrás; la noche de la destrucción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y del sistema de salud del país, debe quedar atrás también y establecerse además una nueva política de seguridad pública, que deje de lado la incomprensible instrucción a las fuerzas del orden de dar abrazos a los delincuentes en vez de cumplir con la ley.
