La Demagogia es a la Democracia, lo que la prostitución al amor

Desde el nacimiento de la Civilización Occidental, en Grecia y Roma, surgieron los conceptos de democracia y demagogia, siendo esta última la corrupción de la primera; así, por ejemplo, a los grandes emperadores como Julio César y Claudio, que se presentaban ante el Senado, iniciadores de la República, aparecieron otros como Nerón y Calígula; y antes, en la antigua Grecia, los ciudadanos se reunían en el Ágora, para solucionar democráticamente los asuntos generales de la nación.

Es claro que el concepto de la democracia ha ido evolucionando desde los primeros griegos, ya que entonces el concepto de la ciudadanía sólo se aplicaba a los varones de una edad madura, dejando de lado a los jóvenes, a las mujeres y desde luego a los extranjeros; en el caso de Roma se llegó a establecer la compra de la ciudadanía por extranjeros, como en el caso de San Pablo, que siendo hebreo, apeló a César precisamente por haber adquirido anteriormente la ciudadanía romana; algo parecido a lo que ocurre hoy para los extranjeros que intentan obtener la ciudadanía de Estados Unidos, de México y que es una práctica internacional para quienes desean ser ciudadanos de diversos países o potencias mundiales.

Pero el punto que nos ocupa hoy es que siendo la democracia por definición, según Abraham Lincoln en su discurso de Gettysburg: “El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, lo cual es el ideal, puede convertirse, como lo señalaron los antiguos griegos hace 2,500 años, en el gobierno de la plebe guiada por un demagogo, sin respetar la ley ni las normas morales.

En Roma, los emperadores construyeron el Circo Romano y derivaron precisamente en la demagogia, a base de pan y circo, en latín “panem et circenses”, para tener contento al pueblo; repartir comida, vino y darles diversión, como se ve todavía actualmente en varios países, inclusive el nuestro.

¿Y qué son y quienes son los demagogos? Los que ofrecen lo que no se puede cumplir, los que engañan a las masas diciéndoles cosas que quieren oír pero que no son ciertas, y de eso hay actualmente muchos ejemplos en el mundo.

Nosotros, como mexicanos, ciudadanos responsables, hombres y mujeres, debemos permanecer apegados a la democracia: el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, como dijo Abraham Lincoln, pero dentro de la ley, dentro de la Constitución Política de nuestro país y dentro de las normas morales y éticas que se ha dado el pueblo de México, porque la demagogia es a la democracia, lo que la prostitución es al amor; la demagogia compra y vende votos y eso como ciudadanos responsables debemos rechazarlo.