La disputa de EE.UU. y China por Latinoamérica y el Caribe
Ante las constantes declaraciones de Trump y su tan trillada frase de “America first”, y ante la falta de una estrategia clara de EE.UU. hacia la región latinoamericana, China con astucia se ha aprovechado de esos vacíos dejados por EE.UU. desde hace años y ha emprendido una gran acción económica y política para conquistar geoeconómicamente los mercados de la región. A partir de 2010, China se ha convertido en el principal socio comercial de los países del cono sur latinoamericano.
Además, el abandono de las tradicionales alianzas de EE.UU. con antiguos aliados, su salida de instituciones internacionales como la UNESCO, del Acuerdo de París, del TPP y la polarización social y política que el mismo Trump ha generado al interior de EE.UU. y en el mundo, han contribuido aún más a este nuevo fenómeno del incremento de la presencia china en latinoamérica y el Caribe.
No es de extrañarse la reciente propuesta formulada por China a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), en el sentido de promover una zona de libre comercio con los países de América Latina y el Caribe. De darse el caso se intensificaría la cooperación financiera y se fortalecería la construcción de infraestructura en la región. Al respecto, empresas chinas, como la automotriz Lifan y la constructora China Railway Construction Corporation (CRCC), que busca con tecnología avanzada producir trenes inteligentes para la región, han expresado su interés en invertir en desarrollo tecnológico en América Latina. China se presenta como el nuevo líder del libre comercio. A manera de ejemplo, es relevante señalar, la reciente inauguración de la central hidroeléctrica Coca Codo Sinclair, financiada por China y Ecuador que costó más de 2,200 millones de dólares. El Centro de Estudios sobre China de la UNAM ha señalado que “China busca nuevos mercados… y en América Latina tienen grandes oportunidades. La mayoría de inversiones del gigante asiático en América Latina y el Caribe siguen siendo de titularidad pública, entre 2001 y 2017, estas compañías representaron el 77% de los desembolsos de capital y generaron casi siete de cada diez puestos de trabajo relacionados con la inversión extranjera directa china”.
Ignacio Fariza de El País señala que la otra gran característica de la inversión china en Latinomérica es la concentración. Tan solo nueve empresas chinas –Sinopec, CNPC, Sinochem, China Three Gorges, MMG, State Grid Corporation of China, Wisco, Cnooc y BCEG– suman casi la mitad de la inversión china en los 16 últimos años el 46% de la inversión china total desde principios de siglo. Y tres países sudamericanos –Brasil, Perú y Argentina- recibieron siete de cada 10 dólares invertidos por Beijing en la región. Por ello, China respalda dos propuestas, la Asociación Económica Integral Regional compuesta por 16 países, y el Área de Libre Comercio para Asia Pacífico que integraría a 21 economías entre ellas México, Chile y Perú que estarían invitados a su adhesión.
De acuerdo con datos del BID, “la inversión extranjera de China es de más de 200,000 millones de dólares en América Latina y el Caribe”. China está invirtiendo en energías renovables, está haciendo investigación y desarrollo incluyendo el software. Dejando así atrás sólo el interés en la inversión en la soya, carne, petróleo o cobre.
Por otro lado, en el comercio electrónico o ecommerce, según Euromonitor, “Mercado Libre fue el principal operador en 2016, con ventas por 434.60 millones de dólares, seguida de Linio de Rocket Internet (265.40 millones), Amazon (253 millones), Walmart (252.2 millones) y Liverpool (79.10 millones), la única mexicana del grupo”. Sin embargo la gran empresa China Alibaba está comenzando a explorar el mercado latinoamericano y sin duda será un desafío para Amazon.
De acuerdo con cifras del Departamento de Comercio de EE.UU. China tiene una participación de más de 13% en el comercio total que realiza el bloque de América del Norte. Estados Unidos contribuye con 21%, Canadá, 11.5%, México, 9.5% y Japón, 4.3%. Al revisar sólo el caso del comercio total de Estados Unidos, entre 1994 y 2017 Canadá se mantuvo como su primer socio, mientras que México cayó al tercer sitio al ser desplazado por China. El dato más reciente, indica que 20% de las importaciones que realizó EE.UU tuvieron como origen China y sólo 12%, México.
Sólo en el 2016, China realizó inversiones en 7,961 empresas de 164 nacionalidades distintas, según los datos del Ministerio de Comercio chino. Esta actividad implicó que el año pasado se superase por primera vez en la historia los 200,000 millones de dólares de Inversión Extranjera Directa, de acuerdo con las cifras de la consultora Rhodium Group citada por David Fernández de El País.
En el 2017, según datos del Ministerio de Comercio chino proporcionados por Xinhua, el volumen del comercio bilateral entre China y los países latinoamericanos llegó a más de 168 mil millones de dólares, un alza interanual del 18 por ciento. En total, las exportaciones de China alcanzaron lmás de 85 mil millones de dólares, mientras que las importaciones se situaron en 83 mil millones de dólares, cifras que significan incrementos interanuales del 13.5 y el 22.8 por ciento respectivamente.
La Segunda Reunión Ministerial del Foro de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y China, se celebró en Santiago de Chile en enero de 2018. De acuerdo con Alicia Bàrcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, en el primer encuentro inaugurado en enero de 2015 en Beijing, se adoptó un plan de cooperación para el período 2015-2019 cuyos objetivos son alcanzar en 2025 un comercio de al menos 500 mil millones de dólares e inversión extranjera directa recíproca de al menos 250 mil millones de dólares”. Y en un documento de la CEPAL se señala que China y América Latina y el Caribe multiplicaron por 22 veces su intercambio comercial entre 2000 y 2013”. Además de que es el segundo mayor inversionista extranjero a nivel mundial es relevante señalar que alicia Bárcena destaca que “la IED china en nuestra región aumentó sustancialmente en 2017, superando los 25 mil millones de dólares, y que comienza a observarse una incipiente diversificación de ella hacia sectores como las telecomunicaciones, alimentos y energías renovables”.
De acuerdo con la CEPAL, en el Plan de Cooperación entre China y la CELALC aprobado para 2015-2019 se mencionan varios objetivos: “i) un fondo de cooperación por 5,000 millones de dólares, orientado a promover la cooperación en proyectos de la industria manufacturera, nuevas tecnologías y desarrollo sustentable; ii) una línea de crédito por 10,000 millones de dólares para la construcción de infraestructura, incluyendo ferrocarriles, carreteras, puertos, centrales y redes eléctricas e instalaciones de telecomunicaciones; y iii) un fondo especial de fomento de la cooperación agrícola por 50 millones de dólares, destinado a crear entre 5 y 8 centros de I+D en el ámbito agrícola, parques agroindustriales y zonas de inversión y desarrollo agrícolas”.
En ese entorno, América Latina y el Caribe sólo representan una quinta parte del comercio exterior de Estados Unidos. Un estudio de la CEPAL señala además que en la última década alrededor de un tercio de la inversión extranjera directa en la región procedió de EE.UU. Del comercio total de EE.UU., América Latina y el Caribe representó el 22.9% de sus exportaciones y de dicha región el 70% de sus importaciones provinieron de México. Es decir, EE.UU. importó de México más de 300 mil millones de dólares alrededor de 128 mil millones del resto de Latinoamérica y del Caribe. Además, sólo una tercera parte de la IED hacia dicha región provino de EE.UU. De esa IED total de EE.UU. en la región el 32% se fue a México, a Centroamérica el 30% y a Colombia el 18%. México tiene una relación comercial con EE.UU. de casi 500 mil millones de dólares pero con China es de más de 80 mil millones de dólares, de los cuales, nuestro país exportó 10 mil millones a China e importó 70 mil millones de este país. En los últimos 10 años China ha aumentado a 456 millones de dólares su IED en México. Tiene más de mil empresas con capital chino en México y bancos operando como banca de primer y segundo piso en México como el Bank of China, el China Investment Corporation y el China Development Bank.
El déficit comercial total de EE.UU. durante 2017 fue de más de 513 mil 600 millones de dólares, pero tuvo un superávit de más de 223 mil 800 millones en servicios tales como turismo y banca. Sin duda, los bienes y servicios son un todo y así debe de verse. Es evidente que el déficit comercial significa que EE.UU. compra más bienes y servicios al exterior de lo que vende. Hecho que Trump lo atribuye “a los malos acuerdos comerciales y a las prácticas abusivas de China y otros socios”. Solo en noviembre de 2017 el déficit con China fue de 35 mil 400 millones de dólares, el mayor déficit de bienes de EE.UU. con cualquier otro país y el mayor déficit con China en los últimos tres años. Todo esto es el “justificante” de Trump para ver a China como la gran amenaza.
Por todo ello, la preocupación ahora es tal que el almirante Kurt W. Tidd Jefe del Comando Sur de EE.UU. para América Latina afirmó, durante su audición del jueves 6 de abril del 2017, ante la Comisión de Servicios Armados del Senado estadounidense, que “Estados Unidos quiere seguir siendo el socio predilecto de América Latina frente a la cada vez mayor presencia en la región de otros países como China, Rusia e Irán” y agregó que “la enorme inestabilidad económica que ocurre en Venezuela afecta toda la región”. La relevancia del anterior planteamiento hay que enmarcarla en el Comando Sur, que es responsable de toda la cooperación de seguridad del Departamento de Defensa estadounidense en las 45 naciones y territorios de América Central y del Sur, así como del Mar Caribe. Por ello, la importancia de las palabras de Tidd al reiterar que Rusia, China e Irán “están tratando de desplazar a Estados Unidos como el socio predilecto en Latinoamérica, por lo que Washington tiene que asegurarse de que sus socios en el continente quieran trabajar con EEUU y les resulte más fácil hacerlo”. Kurt Tidd aseguró que tanto “China como Rusia tienen una participación económica significativa en Venezuela y sería difícil imaginar que no trataran de aprovecharse de un aumento de la inestabilidad en ese país”.
En ese sentido los estrategas estadounidenses presionaron al presidente Donald Trump, a presentar su estrategia frente a América Latina y el Caribe en diciembre del 2017. Dicho documento plantea que “brindará apoyo a países del hemisferio para identificar a capos del narcotráfico y sus empresas con la meta de contrarrestar el poder que ejerce el crimen organizado”. En dicho documento el presidente Donald Trump se compromete a trabajar con los países del hemisferio para reducir el poder del crimen organizado y limitar “la influencia maligna de competidores como China y Rusia”.
Tidd añadió: “hemos descubierto que de hecho hay terroristas que están aprovechando algunas de estas redes para poder moverse en dirección a Estados Unidos”, Y agregó que “su Comando aún trabaja para determinar el alcance de la amenaza”. Todo esto es preocupante pues como he escrito anteriormente ello puede ser el pretexto para crear un “escenario creible” que ante la “destabilización real o artificial” de la region, EE.UU. podría recurrir a la política de narcotización y del combate al terrorismo “a fondo”. Ojalá que las autoridades de México, América Latina en general y Centroamérica en particular, no caigan en el juego de poder de la manipulación y el engaño y rechacen de manera contundente la idea de que América Latina y México, en particular, son los malos. Y que EE.UU. es solo el que sufre las irresponsabilidades de Venezuela, Colombia, Centroamérica y México; y por tanto estos países deben ser los policías o vigilantes responsables de poner los muertos en ese combate al narcotráfico mientras que EE.UU. deja pasar la droga. Ese enfoque manipulador es el que pudieran enfrentar esos países en el 2018. Atención pues, para no seguir cayendo en esos juegos perversos del poder, mientras que EE.UU. disfruta del uso de la droga y de los dineros manchados.
Para la administración Trump y su visión miope sobre el problema de las drogas el problema está en la cuestión migratoria, donde ésta no tiene su origen en la degradación de la cuestión social y económica en sí. Para Trump la migración es generada por los criminales, las drogas y la prostitución. Son los causantes de la inseguridad y de la enorme criminalidad existente en EE.UU. Es claro que esta política regresiva no es otra que la de narcotizar las relaciones con América del Sur, con Centroamérica y México. Política, policíaca, punitiva y militarizada. Como bien expresa, al respecto, la especialista en temas de seguridad y crimen organizado, Victoria Llorente, “…ésta es la política pública estadounidense que se avecina”. A pesar de los pésimos resultados del pasado y el aumento de muertos y trasiego de drogas y armas dicha politica fallida va de nuevo. Ello en virtud de que adjudica la culpa de esos errores a los países localizados al sur de la frontera de los Estados Unidos; política que reditúa al gobierno en turno de EE.UU. ganancias y enemigos distractores a combatir, en lugar de asumir realmente el control y lucha contra las drogas en su propio territorio.
Sin duda, el plan del presidente republicano “podría alterar significativamente las relaciones internacionales de Estados Unidos de implementarse completamente pues busca proteger el territorio y promover la prosperidad estadounidense, demostrar paz a través de la fuerza y promover la influencia estadounidense en un mundo competitivo”. El mensaje a China y Rusia es claro.
A lo anterior habría que agregar que China ya es el socio comercial más importante de Brasil y de Venezuela. Y además que China en México, día a día, tiene una presencia en diferentes sectores económicos en particular el de telecomunicaciones. Este último hecho espanta a los estadounidenses por la misma razón que ha vetado a Alibaba de comprar Moneygram en EE.UU.: Esto en virtud de que información ultra confidencial de civiles, empresas e instituciones quedarían en manos de los chinos.
A tal grado ha llegado la preocupación de EE.UU. por la notoria influencia económica y presencia política de China desde hace años en Latinoamérica y el Caribe que recientemente , como lo reporta la cadena Bloomberg, el Departamento del Tesoro expresó al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que no estaba de acuerdo en que la reunión para conmemorar el 60 aniversario de la creación del BID se celebrase en Beijing. Celos y resentimientos, diría yo, pues EE.UU. mismo aprobó con la mayoría de sus miembros dicha reunión el año pasado. Además hay que recordar, sin embargo, que Estados Unidos “es el mayor accionista del BID con un 30 por ciento, mientras que la participación de China en la entidad es de un minúsculo 0.004 por ciento”.
En síntesis, China tiene una nueva relación geoeconómica con los países de América Latina y el Caribe, una nueva alternativa frente a Estados Unidos en la dinámica comercial de la región y de la nueva arquitectura internacional. Hecho que podría llevar a una batalla geoeconómica y geopolítica entre ambas potencias,
Además, de las amenazas y ciertas represalias hacia Cuba y Venezuela, dados los recientes eventos, la administración Trump enfrenta grandes desafíos por lo que de momento es poco probable la formulación de cualquier otra agenda significativa dirigida al comercio y la política exterior con Latinoamérica en el futuro cercano. Concuerdo con Alberto Rojas, director del Observatorio de Asuntos Internacionales de la Universidad Finis Terrae quien afirma que “si Donald Trump lleva a Estados Unidos a una situación de neo-aislacionismo comercial o incluso político, sería lamentable, pero podría traducirse en oportunidades para América Latina si los actuales o futuros gobernantes saben identificar las circunstancias que se presenten” y asi instrumentar una verdadera política de diversificación comercial y política. En el caso tratado podría ser China. Además, las derivaciones de la nueva política comercial aislacionista de EEUU mantienen a la región alerta y expectante, al tiempo que la obliga a acelerar acuerdos con otros bloques y regiones. En este marco de referencia no olvidemos que de acuerdo con cifras de la CEPAL, la pobreza alcanzó al 30.7% de su población en 2017 y sus economías tendrán un crecimiento promedio de 2.2% en el 2018.
Finalmente lo cierto es que EE.UU. durante la administración Trump, y en esta nueva arquitectura internacional en transición, se ha puesto por encima del derecho internacional, ha retornado al unilateralismo, ha dejado de lado a sus tradicionales aliados y menospreciado a los organismos internacionales. Sin duda, todo lo anterior traerá consecuencias para EE.UU., y una de ellas es muy clara, irá perdiendo influencia en la palestra internacional y otras potencias estarán tomando su lugar. China entre ellas.
Por Eduardo Roldán , Internacionalista. Cátedra Solana UNAM.