La nueva etapa del comercio Sino-Latinoamericano
A comienzos del presente siglo, la cooperación comercial y económica entre China y América Latina (AL) vivió un periodo dorado, con un veloz crecimiento que duró más de diez años. Este crecimiento, junto con el rápido desarrollo económico tanto de China como de AL, impulsó el avance de la relación entre ambas partes. Sin embargo, a partir de 2012, las economías china y latinoamericana pasaron por una etapa de transformación que trajo consigo la desaceleración en grados diferentes de ambas economías y la reorganización y actualización de la cooperación bilateral económica y comercial. En este 2017 se puso fin al decrecimiento del comercio bilateral de los últimos años y se viene percibiendo una mejora en la inversión mutua tanto en magnitud como en calidad, y se ha hecho más evidente el papel de motor de la cooperación financiera.
La recuperación del crecimiento
En lo que va del presente siglo, la cooperación económica y comercial entre China y AL ha experimentado tres etapas. La primera se dio a inicios de siglo, cuando comenzó el ciclo de los productos básicos (commodities), y se caracterizó por el rápido crecimiento del comercio bilateral, acompañado por un aumento gradual de la inversión. La segunda ocurrió a finales de 2012, cuando el comercio sino-latinoamericano comenzó a desacelerarse, y creció velozmente la inversión y la cooperación financiera. Este 2017 ha marcado el comienzo de una nueva etapa en la que el comercio, la inversión y la cooperación financiera han logrado un desarrollo equilibrado. En 2017, el comercio bilateral volvió a tener una tendencia de crecimiento, y tanto China como América Latina han sido un buen suministrador del mercado de la contraparte. En marzo de este año se puso fin a una recesión en el comercio bilateral que duró 27 meses y se logró nuevamente un incremento. En los primeros tres trimestres de 2017, el comercio bilateral aumentó un 18,2 % en comparación con el mismo periodo del año anterior. AL ha formado un mercado de magnitud y estable para los productos chinos, sobre todo en cuanto a maquinaria, equipos electrónicos, vestimenta, textiles, químicos y productos de ferretería. Al mismo tiempo, según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, las mercancías provenientes de AL representaron un 6,18 % en el mercado chino. China ha sido el principal mercado de productos agrícolas, de minerales y de parte de los productos industriales acabados de la región.
La inversión cuenta con una estructura más equilibrada y la función de los sectores industriales está cada día más definida. Según un comunicado del Ministerio de Comercio sobre la inversión directa de China en el exterior, hasta finales de 2016 el volumen acumulado de la inversión de las empresas chinas en AL superó los 200.000 millones de dólares, equivalente al 15,3 % del volumen acumulado global de la inversión china en el extranjero. En 2017, el desarrollo en el terreno financiero viene alcanzado estables progresos en ambos lados. Además de los proyectos de cooperación bilateral, Brasil, Argentina, Chile, Perú, Venezuela y Bolivia vienen participando como nuevos socios del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII). Esta cooperación ha desempeñado un papel fundamental en el plano bilateral en materia económica y comercial. En áreas tradicionales de cooperación, como infraestructura y comercio de maquinarias y equipos de gran tamaño, China continúa brindando un apoyo financiero a AL en formas muy diversas (préstamos, financiamientos, entre otras).
Oportunidades y desafíos
En esta nueva etapa, la cooperación económica y comercial sigue teniendo una mayor atención en ambas partes. China es el segundo socio comercial y el cuarto mayor inversionista de AL, mientras que AL es el mayor mercado incremental para China desde hace más de diez años. Ambas partes bus-can seguir ampliando la cooperación y promover el cambio en sus modalidades económicas, lo que ha generado nuevas oportunidades que han creado mejores condiciones para la cooperación bilateral, pero que implican también mayores retos. En primer lugar, los cambios en la modalidad de la economía china tienen como objetivo la reforma por el lado de la oferta, lo que ha originado una mayor demanda de productos latinoamericanos y, a su vez, va satisfaciendo las demandas de la región por capital. Hoy en día, la estructura económica de China está enfocada en el sector terciario y el consumo va convirtiéndose en la principal fuerza motriz de la economía. Mientras la demanda por productos básicos se ha desacelerado, aquella por los productos de consumo continúa en aumento, lo que ha creado nuevas oportunidades para productos agrícolas y de otros sectores de la región latinoamericana. Por otra parte, los capitales chinos también han experimentado cambios en su flujo y llegan a AL en inversiones con mucho potencial. En 2014 China se convirtió en exportador neto de capital. El país se ha posicionado en el segundo lugar en cuanto al volumen de la inversión extranjera directa, mientras que a nivel global, AL es el segundo destino que recibe mayores capi-tales chinos. En materia de inversión financiera, desde 2012 China es uno de los principales países prestamistas de AL, lo que satisface en algún grado la brecha que persiste en la región y aporta estabilidad en el entorno financiero latinoamericano. En segundo lugar, los cambios en las modalidades económicas que AL viene llevando a cabo se caracterizan por el impulso de la demanda, lo que genera una oportunidad de mercado para las empresas chinas. En los últimos años las demandas de AL se han centrado en tres áreas: obras de infraestructura, proyectos de telecomunicación e Internet, y actualización industrial. Tales áreas ofrecen mercados y oportunidades para la transferencia de la capacidad productiva en la que China aventaja a los demás. En formas tan diversas, como el establecimiento de zonas de cooperación comercial, zonas de libre comercio, zonas de manufactura para la exportación y parques industriales, la cooperación bilateral ha ido llevándose a cabo en terrenos como los de energías limpias, nuevos materiales de construcción, petroquímica, automotor, siderurgia, productos agrícolas, logística portuaria, tecnologías de la información, entre otros. Sin embargo, la cooperación económica y comercial también encara múltiples desafíos. En primer lugar, existen restricciones estructurales en el comercio bilateral. La mayoría de las exportaciones chinas a AL se encuentran todavía en el rubro de bajo valor agregado y su principal ventaja es su menor precio en el mercado. Además, puede generarse una competencia con la industria manufacturera que AL impulsa enérgicamente, por lo que no tendrán mucho espacio de crecimiento. En segundo lugar, hay limitaciones generadas por el bajo nivel de liberalización y facilitación de la inversión y el comercio. En materia de inversiones, algunos países de AL aplican normas restrictivas al acceso del capital extranjero, y en materia de comercio, no faltan las barreras comerciales en algunos terrenos. En cuanto al nivel de facilidad, tanto China como AL cuentan con factores limitativos que afectan la cooperación económica y comercial. En la mayoría de países latinoamericanos la obtención del visado tarda demasiado tiempo, la situación de la infraestructura es obsoleta, el servicio logístico es de escasa efectividad, etc. Algunas políticas y medidas que China ha adoptado para favorecer su estrategia de “salida al exterior” son obsoletas y parte de las políticas aplicadas no funcionan con flexibilidad. Todo esto es una negativa influencia para la cooperación.
Rumbo para el futuro
China se encuentra en un nuevo periodo de desarrollo económico. La cooperación con AL favorece la conexión entre las cadenas industriales de ambas partes, crea una estructura comercial diversificada e impulsa el funcionamiento efectivo de los tres motores comerciales: el comercio, la inversión y la cooperación financiera. China y AL han asentado las bases para ampliar la cooperación bilateral, pero, al mismo tiempo, enfrentan enormes dificultades y potenciales desafíos. En primer lugar, se debe ampliar la confianza política mutua e impulsar la conexión estratégica. A raíz de la crisis financiera internacional, los países latinoamericanos se han dado cuenta de la importancia de elaborar planes estratégicos de desarrollo. Además, vienen buscando una conexión con las estrategias de desarrollo de China mediante el foro China-CELAC. Ambas partes pueden profundizar la comunicación y mantener una cooperación política, a fin de asegurar un entorno de cooperación estable. En segundo lugar, se deben impulsar las innovaciones en diversos aspectos y eliminar los factores limitativos que obstaculizan la cooperación bilateral. En cuanto a la innovación sistemática, ambas partes pueden mejorar los mecanismos de cooperación, bajar los aranceles y reducir las barreras aduaneras y no aduaneras, ejecutar estrictamente las medidas de facilitación del comercio y la inversión, y ampliar el contenido de los TLC. En cuanto a la innovación en la estructura comercial, China puede aumentar adecuadamente la importación de productos agrícolas ventajosos de AL. En tercer lugar, se debe insistir en una cooperación en la que todos ganen y buscar un desarrollo inclusivo. Como nuevo participante en el mercado, Chi-na tiene que crear el mercado incremental para evitar conflictos comercia-les y que todos salgan beneficiados. En último lugar, se debe conocer a fondo la diferencia cultural y legal entre ambos lados para superar los cuellos de botella en estos dos terrenos. Frente al complejo entorno legislativo de AL, la parte china debe seguir cumpliendo estrictamente las leyes y normativas relativas, sobre todo aquellas relacionados con el derecho laboral, los impuestos, la protección medio-ambiental y la preservación de los intereses de las comunidades indígenas, con el fin de asumir activamente una responsabilidad social.
Por Yue Yunxia, es investigadora del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Academia China de Ciencias Sociales.