Por: Víctor García Lizama
JESÚS SILVA HERZOG FLORES fue hijo del Maestro Jesús Silva Herzog, destacado intelectual mexicano, quién fue factor fundamental de la expropiación petrolera y creador de la Escuela de Economía de la UNAM.
Silva Herzog Flores, fue padre de María Teresa, Eugenia y Jesús Silva Herzog Márquez, intelectual y destacado politólogo; columnista y conferencista.
Silva Herzog Flores, estudió economía en la UNAM y fue becario en Yale, muy pronto ingresó al Banco de México en donde fungió como investigador alcanzando el nivel de Gerente.
El Presidente de la República, Lic. Luis Echeverría Álvarez, propuso a la Asamblea General del Instituto del Fondo Nacional para la Vivienda de los Trabajadores (INFONAVIT), la designación del Lic. Silva Herzog Flores como primer Director General del Instituto. Como consecuencia de su nombramiento Silva Herzog tuvo que renunciar a la Dirección General de Crédito Público de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) que desempeñaba, por lo que recomendó para ocupar su lugar al Lic. Miguel de la Madrid, quien se desempeñaba como responsable de las finanzas de PEMEX.
Como primer Director General del INFONAVIT, partió prácticamente de cero, como no sea porque se le entregó el día de su nombramiento una Ley y las llaves de un edificio vacío rentado por el Banco de México.
A partir de la Ley y de las llaves mencionadas, Silva Herzog construyó la extraordinaria Institución de la República que es el INFONAVIT, organismo tripartita, en el que participan además del gobierno federal, los trabajadores y los empresarios del país, por medio de sus dirigentes.
Al inicio, se comprenderá, no habían muebles ni útiles de escritorio en el Instituto; no había criterios para operar, ni compañías constructoras suficientes; ni normas, ni diseños de vivienda popular masiva, ni materiales de construcción suficientes, ni puertas, ni ventanas, ni excusados, que pudieran satisfacer la demanda; ni había criterios para adquirir terrenos, ni estudios económicos para determinar los costos de la vivienda, superficies de calles y de lotes, ni políticas para escuelas, comercios y hasta parques y templos; no había nada. Luego, entonces, tuvieron que generarse los criterios, los reglamentos, las reglas, las compañías privadas y las formas para la asignación de los contratos de obra y de los créditos a los trabajadores. Había un trabajo intenso ante la enorme expectativa que se creó entre los trabajadores de adquirir una vivienda digna de buena calidad y a bajos precios. Los créditos que pudiera otorgar el INFONAVIT era lo de menos, lo urgente era generar una oferta de vivienda suficiente que pudiera absorberlos, lo que ocasionó que el Instituto tuviera que asumir, frente a la carencia de viviendas, esta responsabilidad que no estaba considerada: la de promover directamente la construcción de viviendas. Pues bien Silva Herzog lo hizo y lo hizo bien.
Decenas y miles de viviendas se construyeron en más de 300 “frentes” a lo largo y a lo ancho del territorio nacional, ubicados en todos los estados de la República.
Un mérito del que poco se habla cuando se refieren a la labor de Silva Herzog en la conducción del INFONAVIT, es el que tuvo en la tarea de coordinar los diversos intereses, con frecuencia opuestos, de los sectores obrero y empresarial; así como la visión de ambos sectores y del gobierno sobre la operación del Instituto y la manera de alcanzar sus objetivos. Silva Herzog pudo mantener el equilibrio y “llevar el barco a feliz puerto”.
Tuve la honrosa oportunidad de colaborar en el equipo fundador del INFONAVIT, primero como Delegado Regional del Instituto en Chiapas, Tabasco, Campeche, Quintana Roo y Yucatán de 1972 a 1975, y después como responsable del Programa de construcción de las viviendas a nivel nacional, hasta meses después de terminar la administración del Director General fundador, en abril de 1977. Por lo tanto, fui testigo de los muchos momentos felices que culminaban con la entrega de conjuntos habitacionales a los trabajadores y a sus familias.
También presencié momentos difíciles, la mayoría de ellos ocasionados por la incomprensión o el desconocimiento de que el Director General y su equipo carecíamos de una “varita mágica” o del poder de ordenarle a Aladino los úcase que algunos pretendían se pronunciara para multiplicar en la medida de la demanda y del deseo las viviendas en el país. Silva Herzog, siempre honesto, inteligente, trabajador incansable y valeroso, cumplía día a día con su función y vigilaba que la cumpliéramos con responsabilidad e integridad.
Más adelante, nuevamente se me presentó la oportunidad de trabajar con el Lic. Jesús Silva Herzog Flores, cuando desempeñó el cargo de Secretario de Hacienda y Crédito Público. En esa ocasión colaboré con él, primero en el cargo de Director General del Fideicomiso Liquidador de Instituciones Nacionales de Crédito y Organizaciones Auxiliares (FIDELIQ), y después el de Director General de Aduanas, dependencia a la que se le añadió las funciones de la Dirección General del Registro Federal de Automóviles y de la Dirección General del Resguardo Aduanal, al desaparecer la Subsecretaría de Inspección Fiscal en el proceso de adelgazamiento del Sector Público. Por cierto, fue la SHCP la primera en cumplir el acuerdo presidencial que ordenaba desaparecer de cada Secretaría una Subsecretaría y dos Direcciones Generales. Cumplir este acuerdo le llevó a Silva Herzog 48 horas.
Fue pública y notoria la crisis a la que el país se enfrentó durante buena parte de los sexenios de los Presidentes José López Portillo y Miguel de la Madrid Hurtado; así como las diferencias de criterio para enfrentarlas y por las que con dignidad y enteresa, el entonces Secretario de Hacienda y Crédito Público renunció, renuncia a la que solidariamente algunos de los colaboradores sumamos la nuestra. Recuerdo que mi renuncia al cargo de Director General de Aduanas, que nunca quise y que rechacé la primera vez que se me invitó a desempeñarlo, antes de ocupar el puesto de Director General del FIDELIQ, contenía un párrafo en los siguientes términos: “Quiero dejar constancia de que nunca recibí del Licenciado Jesús Silva Herzog Flores, orden o recomendación que torciera los principios morales o de recta conciencia en el desempeño de mi responsabilidad”, con lo cual daba testimonio, que ratificó hoy solemnemente, de la honestidad acrisolada y nunca puesta en duda, de don Jesús Silva Herzog Flores, quien murió en paz y sin rencores.
Silva Herzog ocupó otros cargos importantes para la vida de nuestro país, sobre los que no abundo por no haber tenido la fortuna de acompañarlo en su desempeño. Algunas de estas responsabilidades fue la de Director General del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (CEMLA); Embajador de México en España, Secretario de Turismo y Embajador en Estados Unidos de América, entre otros.