Economía

Qué es la economía mecanicista

Nuestro mundo se acerca a un punto de inflexión financiera, que puede estar a pocos meses de distancia. Cuando lleguemos a ese punto de inflexión, las consecuencias destructivas del colapso financiero serán inmensas y en cuestión de unos cuántos días nuestro mundo cambiará mucho más de lo que podemos imaginarnos.

La sombra de la nueva realidad que se aproxima ya ésta sobre nosotros y podemos percibir una idea de lo que vendrá; esto nos permite hablar de nuestra civilización en tiempo pasado.

El profesor Joseph A. Tainter, de la Universidad de California, escribió un libro muy interesante con el título “El colapso de las sociedades complejas”. En resumen, el mensaje del libro es que todas las sociedades tienen la costumbre de elevar la organización de todos sus asuntos hasta un nivel tal, que deja de resultar atractivo para sus miembros, vivir en ellas. Entonces comienzan a abandonar su sociedad original y buscan un lugar diferente para vivir; o, de lo contrario, se desaniman y se vuelven incapaces de defenderse de individuos incivilizados que invaden esa sociedad (véase el caso actual de Europa).

Sin lugar a dudas, la percepción de Tainter es correcta. En la mayoría de los lugares y de los aspectos, nuestro mundo actual está ‘sobre organizado’. La gente que piensa las cosas con más profundidad está preocupada, se siente incómoda y busca un lugar para refugiarse de las cargas que imponen sus sociedades ‘sobre organizadas’ (el ejemplo más reciente en la Ciudad de México, las ‘fotomultas’). Pero el problema es a dónde ir. Hay por ahí muchas islas muy tranquilas que se antojan para pasar unos días de vacaciones pero, ¿realmente alguien quiere vivir en ‘Bali Hai’?

No obstante lo anterior, ésta no es la razón de fondo por la cual nuestro mundo enfrenta una situación tan grave. No es sólo cuestión de ‘sobre organización’ y demasiado gobierno. Un cambio espiritual de gran alcance se ha apoderado de la humanidad. Este cambio espiritual comenzó en el nacimiento de la Era de la Ciencia, en el siglo XVII, cuando el inglés Francis Bacon estableció las reglas necesarias para lograr éxito en la investigación del mundo físico, conocidas como el método científico.

El método científico implica experimentación controlada. El método científico proclama una verdad científica cuando se observa y se comprueba un resultado invariable en experimentos controlados. Por ejemplo: podemos afirmar científicamente que si ponemos a hervir un huevo de gallina en cualquier lugar que esté al nivel del mar, tendremos un huevo cocido al cabo de doce minutos.

El método científico logró un éxito tan grande, que ahora la humanidad puede enviar hombres a la Luna. De hecho, ese es el problema: las ciencias físicas han tenido tanto éxito, que ahora su metodología se utiliza en campos no susceptibles de analizarse de la misma forma. En concreto, nos referimos a la ‘Economía’ – la ‘economía’ tal como hoy se enseña en todas las universidades reconocidas del mundo.

La ‘Economía’ actual es hija de la Física, y se ve y camina y habla igual que su madre, la Física.

Para empezar, el concepto falaz central es: ‘la Economía’.

En Física, cuando decimos ‘el huevo de la gallina’ sabemos exactamente a qué nos referimos. Sin embargo, cuando los economistas actuales hablan sobre ‘la economía’, resulta que cada uno tiene una interpretación diferente sobre lo que significa exactamente ‘la economía’. Y desde ahí comienzan las falacias. De lo que estos ‘economistas’ hablan probablemente sea ‘la actividad económica de un grupo de seres humanos que viven dentro de las fronteras del país X’. Y punto.

Sin embargo, ¿cómo definen la ‘actividad económica’ nuestros economistas? Los economistas dicen que actividad económica es una actividad que implica un intercambio de dinero, o quizás de crédito, y por lo tanto, por definición, la actividad económica tiene que expresarse en cifras de dinero. Así que todas las actividades y elecciones humanas que no involucran el uso de dinero, no interesan a estos ‘economistas’, ya que hablar de dinero necesariamente implica números y, al igual que en la Física, éstos son la esencia de la Economía actual.

¿Qué podemos decir acerca de una ‹economía›? ¿Acaso podemos deducir algo acerca de los seres humanos, basados en los números? Utilizar números para analizar a un grupo nacional de seres humanos, con alguna esperanza de llegar a alguna verdad, es completamente inútil.

Los números pueden darnos una aproximación de lo que está sucediendo en un país pero, sin duda, solamente podremos obtener eso, una aproximación. Y nada más. Por ejemplo: México es un país con un gran número de personas pobres – tal vez la mayoría de la población. Los ‹economistas› y sus amigos, los políticos, lamentan esta situación no deseable y prometen hacer ‹algo› al respecto – ‹algo› que invariablemente termina por llenar los bolsillos de los políticos con dinero extraído mediante impuestos. Sin embargo, a pesar de la gran cantidad de personas pobres en México, las encuestas internacionales han demostrado que la población mexicana es una de las poblaciones más felices del mundo. Así que vea usted, cómo los ‹economistas› cuentan números, mientras que las encuestas han registrado lo que está en el corazón del pueblo mexicano. Y es imposible asignar un precio a la satisfacción del corazón.

A continuación, algunos términos de la verborrea de estos retoños de la Física, los economistas actuales, que intentan describir actividades humanas con términos propios de la Física:

Términos de temperatura, para medir el calor físico:

‹La economía se está [calentando, sobrecalentando]›

‹La economía está [enfriando, congelando]›

Términos de velocidad, para medir el movimiento físico:

‹La economía se está [acelerando, desacelerando, frenando]›

‹La velocidad del dinero en circulación›

Términos de masa, para medir objetos físicos:

«La economía está en [expansión, contracción]›

Términos de estado físico (gaseoso, líquido o sólido, en Física tradicional):

‹La demanda de [bonos, acciones, materias primas] se ha evaporado›.

‹El mercado de [bonos, acciones, materias primas] está en liquidación.›

‹El dólar es una moneda sólida.›

Esta verborrea se desconecta por completo de cualquier realidad humana cuando las variables se reducen a simples números, como en la Física, y luego se combinan en funciones matemáticas para producir ecuaciones indescifrables.

Los economistas actuales aman las ecuaciones, adoran la simplicidad de la célebre fórmula: E=mc2.

Sin embargo, la realidad es que la actividad humana no funciona sobre la base de equiparar una cosa con otra; funciona eligiendo entre lo que es preferible y menos preferible. En otras palabras, no equiparando las cosas, sino diferenciándolas en cuanto a la satisfacción que ofrecen.

Los economistas actuales presumen las ecuaciones y sus derivados, las gráficas, en la cara de los novatos que no ‹saben› economía; dicen tener conocimientos superiores y así se convierten en candidatos para ascender al reino de las altas finanzas y la banca central.

Las gráficas se han vuelto tan importantes para los economistas actuales, que en Europa han llegado a creer que éstas efectivamente reflejan alguna realidad; por lo tanto, si una gráfica muestra que las tasas de interés han disminuido hasta cero – pues ¿por qué no podría haber tasas inferiores a cero? Después de todo, en Física tenemos temperaturas por encima de cero y por debajo de cero, ¿por qué no también tasas de interés por debajo de cero, así como es lo habitual, por encima de cero? Los economistas ortodoxos conciben su labor como una rama de la Física, y por lo tanto se dedican a dirigir la sociedad para su propio bien, como buenos ingenieros. Así llegamos a la locura absoluta de la ‹política de tasa de interés negativas›, concepto tan absurdo como un hipotético reloj que caminara para atrás y midiera el tiempo ‹en reversa›.

Uno de los elementos fundamentales de la economía actual es calcular la cifra que pretende medir la actividad de una nación. A este intento absurdo por definir, con un número determinado, la actividad de todos los seres humanos de un país, se le llama: ‹determinar el PIB o Producto Interno Bruto».

La tontería del pseudo concepto de ‹PIB› resulta muy evidente cuando vemos cómo los economistas ingleses decidieron arbitrariamente mejorar las cifras que presentan a los políticos y aumentaron el PIB, al incluir los ingresos las actividades anteriormente excluidas, como el narcotráfico y la prostitución. Lo siguiente que vamos a ver es cómo asignan precios a las tareas que realizan las amas de casa, tales como preparar la comida, barrer, tender la cama y hacer el amor con su marido; para eso tomarán el salario promedio de una cocinera, el salario promedio de una persona dedicada a limpieza y el precio promedio de contratar a una prostituta; sumarán todos los promedios y así determinarán cuál es el precio en números de la actividad que realiza un ama de casa. Este número lo pueden multiplicar por la cantidad de amas de casa del país y así obtener una cifra que se añada al PIB. ¿Por qué no?

El error de ignorar la Calidad y las preferencias que nacen cuando el ser humano compara las satisfacciones que le ofrecen diversos bienes o actividades, así como introducir la Cantidad en los asuntos humanos, siendo que ésta pertenece al ámbito de la Física, son errores que originan en la decadencia espiritual de la humanidad. En esencia, abandonar la Calidad es negar la existencia del espíritu humano, que es dónde nace la capacidad de valorar. Los economistas nos consideran a los seres humanos como simples máquinas que consumimos y producimos, y así nos tratan en sus fórmulas engañosas. Se ignoran las valoraciones o las preferencias de los seres humanos de carne y hueso, porque éstas no pueden expresarse con cifras.

Puesto que la economía actual sólo es una ciencia falsa que imita la metodología de la Física, la labor de los ‹economistas› – en la Fed, en el BCE, y en todos los bancos centrales en el mundo – no es una labor ‹científica›, en absoluto; lo único que hacen es imponer a naciones enteras sus propios juicios de valor, mientras destruyen los mercados libres, que son verdaderamente impersonales.

La ‹Nueva Escuela Austriaca de Economía›, tal como la expone el profesor Antal Fekete en su página web, www.professorfekete.com, es la verdadera Economía. Con base en el pensamiento original de Carl Menger, fundador de la Economía Austriaca, esta escuela evita rigurosamente el error de seguir la metodología de las ciencias físicas. Nuestros actuales ‹economistas›, imitando a la Física, usanNúmeros, a diferencia de la ‹Nueva Economía Austriaca›, que se basa en los Principios de la Lógica. Lamentablemente, tanto los postulados de la ‹Economía Austriaca› de Ludwig von Mises como los avances de la ‹Nueva Economía Austriaca› de Fekete, están muy lejos ser bien vistos en los círculos académicos actuales.

La ‹Economía› de hoy imita la metodología de la Física debido al enorme prestigio que esta ciencia ha acumulado durante los últimos cuatro siglos, y así conduce a la humanidad a un colapso económico, político y social que marcará el fin de una Era.

 

Por Hugo Salinas Price

 

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